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pocas yerbas y arbustos, de que se alimentan | su direccion y en sus accidentes. El intervalo los animales de las tribus errantes: pero hay que separa las dos lineas se convierte en un regiones en que no se descubre la menor se- ancho valle, unas veces estéril, otras provisto ñal de vegetacion, y nada es comparable à la de escasa vegetacion, segun dominan en su desolacion de su aspecto. Las miradas no pue- fondo la arena ó los guijarros. den fijarse en ningun ser animado, y el viaje. ro pasa muchos dias sin ver un cuadrúpedo, un ave, un insecto. Ningun movimiento, ningun sonido interrumpen aquel eterno reposo, aquel mortal silencio. Las llanuras, espuestas á los huracanes, suelen ofrecer escenas diferentes; pero son terribles. La arena, congregada en nubes espesas, cubre la atmósfera, oscurece el sol en medio del dia, circunda á los viageros, y los sofoca. Muchas veces sucede que el viento levanta esas formidables columnas de arena, de que tanto se habla, y cuyo encuentro ofrece uno de los mas magnificos y aterradores espectáculos. «En la inmensidad del desierto, dice el viagero inglés Bruce, percibimos por el lado del Norte, á diversas distancias, un número prodigioso de columnas de arena. Unas corrian á flor de tierra con estrema velocidad, otras se adelantaban con magestuosa lentitud. Hubo momentos en que creimos que iban á al- | canzarnos, y muchas veces la arena que despedian sus torbellinos llegó hasta nosotros. Algunas empezaban á disolverse por sus cimas, y la masa entera no tardaba en desmoronarse y desparecer. Las otras se rompian por en medio, como si les hubieran tirado un cañonazo. A medio dia, cuando el viento soplaba fuertemente del lado del Norte, once columnas se avanzaron rápidamente hácia nosotros, á distancia de tres millas, y corrian en direccion paralela á la nuestra. El diámetro de la mayor me pareció de 10 pies en el horizonte. En fin, sopló el Sudeste, y se alejaron. La impresion que me hizo esta ocurrencia fué sin duda un gran miedo: pero dominado por la sorpresa y la admiracion. En estos casos, no hay que pensar en huir.» Otro viagero vió una de estas columnas, que cruzó el rio Gambia, viniendo del desierto. «Pasó, dice, á 20 brazas de distancia de nuestra popa: parecia tener 250 pies de al-mar interior, aislado como el Caspio, ó puesto to, y el calor que despedia se sentia á cien pies de distancia. El olor fuerte que dejaba en su tránsito era mas bien de salitre que de azufre.»

La formacion primitiva del Sahara, que es el mayor espacio desnudo de vegetacion que existe en la parte seca del globo, ha dado lugar á muchas conjeturas. ¿Cuál fué el cataclismo que lo produjo? ¿Puede suponerse que las aguas del diluvio, mas fuertes y destructoras en aquella parte que en las otras regiones de la tierra, arrastraron impetuosamente toda la tierra vegetal de la parte central del Africa? El ingenioso naturalista francés Bory de Saint Vincent, ha trazado una esplicación atrevida, y que casi raya en lo poético: pero que parece fundada en grandes é irrecusables analogías. Tuvo presente tres circunstancias muy notables: 1. que, como hemos visto, el desierto interrumpe la faja de vegetacion del Norte, y se comunica con el Mediterráneo, entre Egipto y Tripoli: 2.' que por aquella parte, como tambien hemos visto, el nivel del desierto se inclina en plano inclinado hácia el mar: 3.a que en toda la estension del Sahara se encuentran grandes acumulaciones de fragmentos de crustáceos maritimos. Creyó descubrir en estas peculiaridades relaciones estrechas con dos tradiciones que suben á la mas remota antigüedad: primera, la de haber sido el Mediterráneo una mar cerrada, cuya comunicacion con el Océano abrió el fabuloso Hércules, á quien se han atribuido tantas aventuras portentosas, y que en los mitos griegos, representa y simboliza unas veces la fuerza del genio y del valor, y otras el poder invisible de la naturaleza. Segunda, la antigua existencia de un continente vastísimo colocado en el Océano Atlántico al Occidente del estrecho de Gibraltar, creencia universal de la antigüedad pagana, y á la que ha dado inmortalidad la Atlántida de Platon. Fundado en estos datos, Bory de Saint Vincent supone que todo el desierto de Sahara era un

en comunicacion con el Mediterráneo por el pequeño desierto de Tripoli. Sobrevino una de aquellas estupendas convulsiones, cuyos rastros se ven por todas partes en la superficie de nuestro planeta; uno de aquellos estremecimientos portentosos que levantan las cordille

Las colinas de arena caracterizan tambien el desierto. Son estériles como rocas de granito, y redondas por la parte superior. Su super-ras, destrozan sus robustos costados de granito, ficie es tan lisa y tan compacta como la del mármol mas bruñido, y su color es perfectamente uniforme. Durante el dia, sus tintes son pardos, como los de la llanura; pero de noche, y cuando hay luna, despiden un resplandor fosfórico. Algunas son obra del viento, que segun sus caprichos, las levanta y las trasporta á puntos distantes. En otras localidades, y especialmente cuando están al abrigo de una línea de montañas, se fijan permanentemente, y entonces se forma una cadena secundaria de elevaciones, correspondiente á la principal en

y forman en sus declives los ángulos entrantes y salientes de que tanto uso ha hecho Buffon en sus Siete Epocas de la naturaleza. Entonces se alzó el suelo del desierto, volcó sus aguas en el Mediterráneo por el desierto de Tripoli; aumentó el caudal del Mediterráneo hasta forzarlo á romper sus limites; los rompió, en efecto, por la parte mas débil, que era lo que es hoy el estrecho de Gibraltar, y precipitándose en el Océano, inundó la Atlántida, cuyas mas elevadas montañas, quedando fuera de la superficie del mar, forman hoy los archi

piélagos de Canarias, Azores y Cabo Verde. Las | en ella los derrames fértiles del lado del Medilíneas abruptas y angulosas del peñon de Gi-terráneo, presentan todavía el aspecto de una braltar y del monte africano de las Monas, que gran isla que estuvo bañada por el mar, la está en frente, revelan la accion violenta de un cual debió prolongarse desde el Océano hasta empuje irresistible, y la circunstancia de lla-el golfo de las Sirtes. Por último, si la Atlantimarse aquellas dos elevaciones en la mitología | da no puede existir sino en el mar Atlántico, griega las Columnas de Hércules, parece que mas allá del estrecho de Gibraltar, la revolupresta algun apoyo á esta teoría. El suceso era cion que sumergió aquella gran isla ¿no pudo en efecto, demasiado grande, y las consecuen- ser la misma que volcó las aguas del Sahara en cias que trajo consigo debieron ser demasiado las del Mediterráneo?» terribles, para no haber dejado huellas indele- El camello, el carnero, la cabra y el cabables en la memoria de los hombres y en la llo son los animales domésticos del desierto; tradicion. Sin tener noticia de las conjeturas hay algunos de estos en estado salvage, pero del autor que hemos citado, ó á lo menos, sin son en número muy pequeño. Cuando se prehacer alusion á ella, otro mas reciente se es- gunta al habitante del desierto donde están los plica sobre el mismo asunto en los siguientes leones que los sabios de Europa colocan en sus términos: la geología del desierto yace en-arenales, responden con mucha gravedad que vuelta en una profunda oscuridad. El baron de quizás los leones de Europa se contentan con Humboldt ha presentado esta cuestion: ha sido comer yerba y beber aire, pero que en Africa el Sahara un espacio cultivado, cuyo suelo necesitan carne y agua, y estas cosas no se arable y cuya vegetacion ha desaparecido de encuentran en el desierto. Y en efecto, los leoresultas de una revolucion desconocida, ó ha nes no dejan nunca las montañas para bajar á impedido su aridez primitiva que se desen-la llanura. donde no hay mas especies dañosas vuelva en su estension la vida vegetal? Esta que viboras y escorpiones. Las otras son timiúltima esplicacion es la mas generalmente das é inofensivas, como la gacela, el avestrúz, adoptada. Se cree que la vasta estension del el antelope y el asno salvage, y aun estos no desierto estaba cubierta por las aguas, y que se aventuran á internarse en las arenas, y nunse levantó á su nivel actual en una época pos- ca se alejan de la vegetacion. El camaleon es terior á la formacion de los grupos montaño- comun en los huertos de los oasis, donde se sos del Atlas y del Soldan. Y en efecto, esta le considera como un huésped favorito. Es nosuperficie es en el dia lo que debia ser en el table por su fealdad, y por mudar continuaestado submarino. Las rocas, ocultas en el mente de color, aunque se ha observado que no Occano, y batidas continuamente por las olas toma ningun tinte grato á la vista: algunos tieque destruyen sus asperidades y llenan sus nen la piel rayada ó cubierta de manchas. Es vacíos, deben tener esas formas redondas y muy singular la estructura de sus ojos, los cuaesas superficies lisas que presentan los peñas-les parece que giran sobre un eje en continuo cos del Sahara, Los viageros han notado el gran movimiento. Otro animal singular, llamado contraste entre el aspecto de las colinas del shob, es peculiar de aquelles regiones: su fordesierto y la estructura de los montes de Mar- ma es la del crocodilo en miniatura, y quizás es ruecos, cuyas cimas agudas y cubiertas de el gran lagarto que los naturalistas llaman mobosques, cuyas paredes hendidas y desmoro-nitor pulchra. Tiene veinte pulgadas de largo nadas por los vientos y las heladas, ofrecen to- y diez de circunferencia; está cubierto de una das las señales de una larga existencia, aun- armadura de escamas brillantes, de un color que se les considere como posteriores á las for- pardo oscuro. La cola, cuya anchura es de cuamaciones terciarias. Por el contrario, las rocas tro pulgadas, se compone de una série de anidel Sahara, negruzcas, ó de un rojo oscuro y llos anchos, gruesos y prominentes. Tiene la melancólicamente uniformes, tienen sus super-cabeza aplastada como la de la tortuga, la boca ficies absolutamente lisas, redondas y bruni- chica, y cuatro pies, ó mas bien, cuatro manos, das como el mármol. La enorme cantidad de con los cuales anda muy lentamente, á causa Conchas maritimas que se encuentran, no so- del peso de la cola. Se oculta en la arena muy lamente en las rocas calcáreas, sino en los seca, y los árabes aseguran que una gota de terrenos de silice, y la sal que abunda en to- agua basta para darle muerte. La carne de este das partes, manifiestan la antigua residencia animal, muy semejante en el sabor à la del del Océano. Segun Diodoro de Sicilia, el lago cabrito, es muy apetecida por todos los que de las Hespérides, situado en la parte media viajan en el desierto. El uadad es un animal del Africa, habia desaparecido en una espanto- de un tamaño medio entre el cabrito y el tersa convulsion de la tierra, y Malte Brun conje-nero; su carne tiene el sabor de la del ciervo. tura que este lago no podia ser otra cosa que la mar que cubria el Sahara. Si se acepta esta hipótesis, sc esplica la desaparicion de la Atlántida, sin necesidad de suponer que las Canarias y las Azores sean las crestas de las cordilleras de un continente sumergido, porque la region de las montañas del Atlas, incluyendo

El animal que triunfa, por decirlo asi, en el desierto, y que el habitante del oasis mira con una especie de idolatría, es el caballo. Para un pueblo pastor y nómade, que se estiende en una vasta latitud de tierras de pasto, y cuya poblacion no está en relacion con las dimensiones de su territorio, el caballo es una de las

primeras necesidades de la vida. El árabe ne-enriquecerse a sus espensas? Esta triple nececesita del caballo para el viage y para el cosidad de gloria, venganza y botin, no puede mercio; para apacentar y defender sus reba-satisfacerse de un modo mas pronto y eficaz ños; para enamorar y para combatir. El árabe que por la razzia, palabra que significa invase entrega con pasion á la cria y á la educa- sion por fuerza ó astucia del terreno enemigo, cion de estos animales; conoce los méritos con el objeto de arrebatarle la familia, el garespectivos de las castas; se esmera en cru-nado y todo cuanto posee. Los árabes la divizarlas, y mejora por estos medios las especies. den en tres especies, que son: la tehha, que El amor al caballo está en la sangre de aque-se hace al rayar el dia. En esta operacion se llos hombres, y este noble animal es el com-mata mas que se roba, ó no se roba sino despañero de armas y el amigo del gefe de la pues de la matanza. La khroleffa se hace en tienda; uno de los servidores de la familia. medio del dia, hacia las tres de la tarde. La terCada dia, en las reuniones al aire libre, en que bigue es un asalto nocturno; un robo favorecisolo puede tomar la palabra el mas anciano, ydo por las tinieblas. que se distinguen por el decoro y gravedad de De todas las razzias, la tehha es la mas solos oyentes, los jóvenes, sentados en la yerba lemne y la mas dramática. Cuando se proyecó en la arena, aumentan sus conocimientos ta una espedicion de esta clase, el cheikh, ó prácticos, con los consejos y los tradiciones gefe de la tribu, da la órden de herrar los cade sus mayores. La religion, la guerra, la caballos, de preparar los viveres y de hacer proza, el amor y los caballos, son los asuntos ina- vision de cebada para cinco ó seis dias. Estas gotables de estas pláticas, verdaderas escuelas provisiones se llevan en alforjas. Antes de poen que se forman los guerreros, y en que se nerse en camino, se despachan algunos desdesarrolla su inteligencia, recogiendo una cubridores, para reconocer la tribu á que se multitud de hechos, proverbios y observacio- dirige el ataque. Estos hombres, que son los nes que luego hallan mil ocasiones de apli- mas cautos y prudentes de la tribu, emprenden car en una vida llena de peligros y de even-su jornada dando grandes rodeos, y en caso tualidades. El árabe, por lo comun, no sabe de sorpresa, se presentan por el camino de alleer ni escribir, y sin embargo, á cada frase guna otra tribu amiga. Cuando están cerca del de su conversacion, se apoya en un testo del sitio designado, todos se emboscan menos uno, Koran ó de alguno de sus comentadores. «Nues- que se introduce á pie en el aduar, sin escitar tro señor Mohamed ha dicho.... Sidi-Ahmed-la menor sospecha. Conocidas las fuerzas y las Ben-Jussef ha opinado.... Sy-Ben-Dias cuen- disposiciones del enemigo, los descubridores ta.... tales son las citas que no cesan de re- vuelven al goum, que es el cuerpo de la espepetir. Todas las doctrinas, todos los hechos dicion, el cual los aguarda en un puuto deterque no se hallan sino en los libros, el árabe minado. El gefe entonces dirige una arenga á los aprende de boca de sus tolbas ó gefes, sus guerreros. «Atencion, les dice: nadie deslos cuales parece estar de acuerdo en conser-poje à las mugeres, ni se apodere de los ca var de este modo en la nacion el amor al caba-ballos, ni entre en las tiendas, ni eche pie á llo, los preceptos útiles, las sanas doctrinas y tierra para robar antes de haber inmolado las reglas mas seguras de la higiene. Mézclan-mucha gente. Tened presente que nuestros enese, por supuesto, en estas conversaciones al- migos son hijos del pecado y que se defende gunas supersticiones groseras y no pocas rán vigorosamente. Ellos han matado á nuespreocupaciones ridículas: pero ¿cuál es la na-tros hermanos: no les deis cuartel. Matad, macion que no haya tenido y que no tenga toda-tad si quereis sus riquezas, porque sabed que via las suyas?

las venderán á caro precio.» Despues el goum Para el hombre del desierto, el caballo no se divide en tres ó cuatro partidas, para atacar es objeto de pura diversion; es un instrumento por diversos puntos. Cuando se ponen á tiro, precioso, es un compañero indispensable en empieza el fuego, y antes de tirar no se lanz aquella vida de movimiento y de aventura à un grito. La carnicería suele ser espantosa. que tiene tanta aficion porque es independien- Los hombres, cogidos por sorpresa, perecen te, y como ellos dicen, bendita de Dios y lejos casi todos; se respeta la vida de las mugeres, de los sultanes. ¿De qué se'compone, pues, esta pero se las quita toda su ropa. Si el tiempo lo vida que necesita caballos adiestrados en tan permite, los vencedores se llevan consigo las áspero aprendizage? Tres son los actos que tiendas, los rebaños y los esclavos, abandoprincipalmente la componen: la razzia, la ca-nando á las mugeres y á los niños, porque en za y la guerra. El hecho mas frecuente y casi el desierto los prisioneros embarazan. Durante diario de la vida del desierto es la razzia. La la retirada, se confia à una partida la custodia gloria es un grande y noble sentimiento, á cu- del ganado y se forma una fuerte reserva. De ya voz tambien el corazon del árabe palpita: vuelta al aduar, los combatientes se dividen pero alli la gloria se cifra en hacer mal al ene-entre sí los rebaños y todo el botin hecho sin migo. La gloria para el árabe no es humo sino riesgo de la vida; el cheikh toma ademas treinbotin. El deseo de la venganza es tambien uno ta ó cuarenta ovejas y algunas camellas, y se de sus móviles: pero hay venganza mas bella da una gratificacion especial á los descubridoque la que consiste en despojar al enemigo y res. Antes de emprender una tentativa de este

género, cada tribu se pone bajo la proteccion | dos. Asi que los descubren, se echan á tierra y de un santon, á quien se dirigen en todos sus observan; despues, uno de ellos se queda de conflictos. El buen éxito de una razzia da lugar centinela y el otro regresa al goum. A veces a grandes festividades: se prepara un gran hay treinta, cuarenta y hasta sesenta aves junbanquete en honor del santon, y se convidan á tas; otras veces, y sobre todo en la época del él los pobres, los tolbos (letrados), las viudas, celo, no se ven mas que tres ó cuatro parejas. los herradores y los negros libres. La fuerza Los ginetes, guiados por el hombre que les ha de la tehha se compone de 500 á 600 ginetes, dado el aviso, se ponen en marcha, andando y algunos infantes que van en camellos. muy lentamente con direccion al sitio señalado. Mientras mas se aproximan mas precauciones toman para no ser percibidos. En fin, llegados á la última elevacion que puede ocultarlos, echan pie à tierra. Dos descubridores van á gatas á asegurarse de nuevo si las aves están donde se les ha avisado, y si confirman los primeros datos, cada uno da de beber á su caballo del agua de los odres; se dejan los bagajes en aquel punto, y la comitiva se pone eu movimiento. Detrás van los camellos con unas ra

Si el caballo árabe es precioso en las escursiones rápidas y lejanas que la razzia exige, no lo es menos en la diversion de la gran caza, como la practican las tribus del desierto. La del avestrúz es el mas briliante de estos ejercicios aristocráticos tan preciosos para los árabes. Requiere ocho ó nueve dias de preparacion, durante los cuales, los caballos no comen mas que cebada, à fin de que se adelgacen; se simplifican las monturas y se disponen unos frenos ligerísimos, que consis-ciones de cebada y agua. ten en el bocado y una simple cuerda de pelo de Reconocida la estacion de los avestruces, camello. La época favorable es la de los gran- se forma el plan de ataque; los diez ginetes se des calores del estio, porque mientras mas al- separan y forman un circulo al rededor de ta está la temperatura, menos fuerza tiene el las aves, pero á gran distancia, para no ser avestruz para defenderse. Los árabes designan percibidos. Los criados aguardan en el punto este tiempo diciendo que es cuando un hombre de la separacion, y cuando ven que los cazapuesto en pie, no da mas sombra que la del dores ocupan sus puestos respectivos, echan. tamaño de una suela. La escursion dura de sie-á andar hácia adelante. Los avestruces huyen te á ocho dias, y se compone de diez ó doce espantados, pero á cada paso encuentran á los ginetes. A cada ginete acompaña un criado ginetes, los cuales desde luego solo se ocupan montado en un camello, que lleva cuatro odres en forzarlos á entrar en el circulo. Con esta de piel de cabra en que van las provisiones de maniobra, repetida muchas veces, se agotan las agua, cebada, harina, dátiles, una olla, herra- fuerzas del animal, y cuando se notan muestras duras, clavos, correas y agujas de pasar. El de cansancio, los ginetes lo persiguen, hasta ginete viste una camisa de lana ó de algodon, que empieza á estender las alas, señal infaliunos calzones de lana y un pañolon alrededor ble de que no puede correr. El ginele entondel cuello. No lleva mas arma que un garrote ces modera el paso; cada uno se dirige à un de acebuche ó de tamarindo, de cuatro ó cinco avestrúz, y cuando lo alcanza por detras ó de pies de largo. Nunca se emprende la cacería si- costado, le descarga un golpe con el garrote no es despues de saber por los viageros ó por en la cabeza, que es calva y muy sensible. Las agentes que se envian á propósito, en qué si- otras partes del cuerpo ofrecen mas resistentio están los avestruces. Generalmente posan cia. El animal cae; el ginete echa pie á tierra donde hay yerba fresca, ó donde ha llovido re- y lo degüella, cuidando de que la sangre no cientemente. Estos animales acuden inmediata-manche la pluma de las alas. El macho muere mente al punto en que se anuncia la tormenta, pormuy lejos que se halle, pues las mayores distancias no sou nada para su velocidad, y no los arredran diez dias de marcha. En el desierto, para elogiar á un pastor que sabe conducir sus rebaños adonde encuentren alimento, se dice de él: «es como el avestrúz, que Inmediatamente despues del degüello, se acude adonde ve relampaguear.» La salida de desuella el ave con muchas precauciones, palos cazadores es por la madrugada; despues de ra no deteriorar las plumas; despues se estienalgunas jornadas, llegan al sitio en que se de la piel en un árbol, ó en el lomo del cabales ha indicado que están los avestruces; allillo. Llegan los camellos, y se salan los despose detienen y forman su campamento. Inme-jos. Los criados encienden hogueras, preparan diatamente salen á reconocer el sitio dos cria- las calderas y ponen á hervir la grasa. Cuandos, sin otra pieza de ropa que un pañuelo á do está muy líquida, se echa en una odre forguisa de delantal. Llevan al hombro un saco de mada con la piel del muslo, sólidamente pegapiel de macho cabrio, llamado chibuta (de don- | da á su parte inferior; en cualquier otra vaside viene nuestra palabra chivato), con un poco ja se pudre. La grasa llena las pieles de los de pan dentro. Estos hombres caminan hasta dos muslos. La carne sirve para la cena de los dar con los avestruces, los cuales, segun dicen cazadores, sazonada con harina y pimienta. los árabes, se colocan siempre en sitios eleva- ! Cuando los criados han dado de comer y be

lanzando altos gemidos, sobre todo si tiene pollos: la hembra no hace el menor ruido. Cuando el avestrúz está próximo á ser cogido, es tal su cansancio, que si el cazador no quiere matarlo, puede llevarlo á donde quiera, empujándolo y guiándolo con el garrote.

cebada, la carne seca y manteca. No solo debeis pensar en satisfacer vuestras necesidades, sino en dar una generosa hospitalidad á los ginetes que vienen á sostenernos. Decid á vuestras mas hermosas mugeres que estén dis

mas vistosas; que adornen lo mejor que puedan los camellos y los palanquines. Vosotros os vestireis de gala, porque este es un negocio de nif (amor propio.) Poned vuestras armas en buen estado, y llevad mucha pólvora. El ginete que tiene una yegua, y que no acude á la guerra, pagará veinte ovejas, y el infante que tiene un fusil, y que se quede atrás, pagará diez.»

ber á los caballos, los cazadores vuelven al sifio en que dejaron los equipages. Alli se detienen cuarenta y ocho horas para tomar descanso. A veces envian los productos de la caza á los aduares; reciben nuevas provisiones, y emprenden otra espedicion. La grasa del aves-puestas á marchar; que se pongan sus galas frúz sirve para preparar los alimentos, y especialmente el kuzcuzú, que nosotros llamamos alcuzcuz: tambien se come con pan. Los árabes la usan como remedio en un gran número de enfermedades. Para las calenturas, se hace con ella y con miga de pan una masa que se dá de comer al enfermo, y no ha de beber en veinte y cuatro horas. En los reumatismos y enfermedades de riñones, se frota con grasa la parte dolorida; despues el enfermo se acuesta en la arena ardiente, envuelta la cabeza en un pañuelo; siguese una abun-la dante traspiracion, y el mal desaparece. En las dolencias biliosas, se da liquida como acei te, y ligeramente salada. Produce evacuaciones escesivas, hasta quedar el enfermo reducido á una estrema delgadez. De este modo dicen los árabes que el paciente se desembaraza de todos los malos humores, recobra una salud de hierro, y adquiere una vista escelente.

La grasa del avestrúz se vende en los mercados, y se conserva en las tiendas de los ricos para darla á los pobres como medicina. Las plumas se venden á varias tribus que ha cen este género de comercio. Las de un macho cuestan de tres à cuatro duros, y las de una hembra de dos á tres. Estas cacerías tienen para el árabe el doble atractivo de la diversion y de la ganancia. Es un ejercicio muy favorito de los habitantes del Sahara, y es al mismo tiempo una ocupacion productiva, por que el valor de los despojos y de la grasa sobrepuja á los gastos de los preparativos. Estos son en realidad costosos, y sin embargo los pobres cazan tambien avestruces, habilitados por los ricos, los cuales suministran las dos terceras partes del dispendio, y toman igual proporcion de la caza.

Antes de partir, los gefes confian los rebaños, las tiendas y los bagajes de la tribu á custodia de los ancianos, hombres de probidad y esperiencia que cuidan de la policía de la poblacion, y á quienes obedecen, durante la ausencia de los guerreros, las mugeres, los niños y los pastores.

Los enemigos hacen tambien sus preparativos, habiendo sabido los de sus contrarios por los viageros, los confidentes y los parienles que tienen en la tribu hostil. Avisan á sus aliados; colocan sus rebaños y cuanto tienen en lugar seguro; fijan el dia y el punto de su reunion, procurando que sea en una localidad conveniente para tomar la defensiva, y aguardan de pie firme los sucesos. Estos se aproximan, porque la tribu que ha tomado armas para vengarse, no ha perdido el tiempo y va en breve á ponerse en camino. La vispera de la salida, todos los gefes auxiliares se reunen con los que los han llamado, y en presencia de los santones prestan el siguiente juramento, sobre el libro santo de Sidi-Abd-Allah: «Amigos, juremos por este santo libro, que somos hermanos; que todos nuestros fusiles serán como un solo fusil, y que el mismo sable nos matará; que si nos llaman de dia, iremos de dia, y que si nos llaman de noche, iremos de noche.»> Los circunstantes, despues de haber jurado, La guerra es otra de las importantes ocu- convienen en partir al dia siguiente. Llegado paciones del árabe. Si se ha robado una cara- el momento, un hombre de alta clase, el djied, vana, si las mugeres de la tribu han sido in- ó el mas noble de los nobles, monta á caballo, sultadas, si se niegan á la tribu el pasto ó el y seguido de sus mugeres, montadas en cameagua, no basta la terrible tehba para vengar los, da la señal de la partida. Todo el mundo el agravio; los cheikhs se reunen y decretan se pone entonces en movimiento: las miradas la guerra. Se comunica la noticia á las tribus se deslumbran con aquel conjunto de formas amigas para que suministren contingentes de y colores, tan estraño como pintoresco; con hombres y caballos. Los aliados son fieles, co- aquella mezcla de caballos, guerreros, camemo enemigos tambien de la tribu ofensora, y los cargados de ricos palanquines donde van participes de las simpatías y de los odios de la las mugeres encerradas. A un lado se colocan ofendida. En estos casos, ninguna tribu se nie- los infantes, á otro los ginetes, custodiando ga al llamamiento. Mientras llegan estos so á las mugeres. Los mas impacientes se esparcorros, que muchas veces distan ocho ó diez cen y se alejan de la comitiva, y persiguen la jornadas, se repiten los consejos de guerra, y liebre, la gacela, la antilope ó el avestruz. Los los gefes procuran inflamar el ánimo de los gefes caminan á paso lento y mesurado; van guerreros. «Sabed, les dicen, esclavos de Dios, pensativos é inquietos, como que llevan toda que vamos á vengarnos de una tribu que nos ha la responsabilidad de la empresa. Si ésta tiene ofendido. Herrad los caballos, haced provisio-buen éxito, cobrarán fama y la mejor parte nes para quince dias; no olvideis el trigo, la del botin; en el caso contrario, todo será pa854 BIBLIOTECA POPULAR. T. XIII. 39

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