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cho y poco accidentado para poderle pasar en dos columnas, como lo prescribe la ordenanza, y sin desorden. Mas valdria quizá pasarlo en columna sencilla, por la derecha ó por la izquierda, y á la carrera, tanto mejor cuanto que los puentes y las carreteras jamás dan paso á mas de un peloton de frente, y muchas veces á menos.

la derecha ó á la izquierda ; en este caso ofreceria la columna sencilla una gran ventaja, la de formarse sobre la derecha en batalla, ó sobre la izquierda en batalla por inversion, suponiendo la columna con la derecha en cabeza; de consiguiente, todas las formaciones sobre la derecha y sobre la izquierda en batalla, son las mas prontas y mejores, atendido á que al Si, por ejemplo, tuviese que pasar un des- llegar á la linea cada peloton puede empezar filadero formado por un puente una columna su fuego desde el momento en que se alínea. sencilla, por pelotones, de ocho batallones y en Mas valdria esto que el prolongarse en columretirada, al llegar á él la cabeza de la columna, na bajo el fuego enemigo, para formarse en en el punto en que el gefe quisiera volverla á seguida á la derecha en batalla por inversion, formar en batalla con el frente al desfiladero, ó bien á la izquierda en batalla, segun el cacambiaría de direccion á la izquierda y mar- so. En cualquier caso, siempre que el enemigo charía hasta que los cuatro batallones prime opusiese artilleria solo á la columna que desros hubieren entrado en esta direccion, enton-emboca, vale mas quedar en columna, y proces se le haria hacer alto y formar á la izquier-longarse para formar en seguida á la derecha da en batalla, los cuatro últimos batallones se ó á la izquierda en batalla, porque los pelotoformarían en batalla con el frente á retaguar- nes no presentarian mas que el flanco, y la día cada y cuando ellos llegasen. Si hubiese mayor parte de los proyectiles pasarian por pasado la primera la izquierda, deberia cam-los intérvalos; al paso que en las formaciones biar de direccion á la derecha para en seguida | en batalla sobre la derecha ó sobre la izquerformar en batalla á la derecha; los cuatro pri- da, habria tropas en batalla y columnas detrás meros batallones con el mismo frente en bata- | de ellas, hasta que estuviese concluido el molla á retaguardia. No hay movimientos mas vimiento, teniendo mas blanco necesariamente prontos que estos ni mas seguros cuando la sobre dichas columnas la artillería. Cuando anchura del desfiladero solo puede dar paso á una bala rasa coge de flanco un peloton, hacen un peloton de frente. mas daño en él que en una línea de batalla, es verdad ; pero en una columna en marcha con distancias enteras, sucede rara vez el que una bala hiera de tal modo á causa de la movilidad de los pelotones. Si la artillería está muy próxima, dispara metralla con preferencia, y este es, sobre todo, el caso en que menos tienen que temer por el flanco los pelones, porque la metrella se esparce mucho, hieré en los intérvalos, y si un casco hiere á un hombre, no pasa mas adelante; la bala rasa, por el contrario, puede matar ó herir cuatro ó cinco bombres. »

Si se está avanzando y pasa primero la cabeza de la columna, los cuatro batallones de la derecha deben cambiar de direccion à la derecha para formarse en batalla á la izquier− | da; los de la izquierda se forman delante ó sobre la derecha en batalla á proporcion que van llegando; si pasa primero la izquierda, son inversos los movimientos.

Los movimientos prescritos por la ordenanza son bellos, entendidos bien, y fáciles de comprender en la figura; pero hay que superar los mayores trabajos para obtenerlos sobre el terreno de ejercicio, en donde los desfiladeros se marcan con jalones y el tiempo y reflexion escasean; ¿qué sucedería, pues, delante del enemigo y sobre terrenos mas o menos accidentados y mas o menos propios para estas maniobras? Habria necesariamente mucho desórden y mucha lentitud, al paso que, en una columna sencilla, marchando á la carrera por pelotones ó por secciones, habria celeridad y órden en los movimientos; porque nunca podrán estas subdivisiones confundirse como en el caso en que las secciones se ven obligadas á formar los pelotones en un órden no acostumbrado; la prontitud del paso de carrera compensaría, en las columuas simples, la abreviacion de las columnas dobles.

«La hipótesis de que el enemigo ocupe una linea paralela al rio, si el desfiladero es un puente, ó de que el terreno permita siempre tomar una línea perpendicular al desfiladero, seria por lo menos aventurada, porque puede hacerse que saliendo de un desfiladero avanzando, ocurra la necesidad de hacer frente á 851

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De esta manera se esplica Lonterel. Bocquancourt, despues de entrar en definiciones generales sobre los varios casos y accidentes de los desfiladeros, esplica la mucha influencia que tienen en las combinaciones militares, y cita el desfiladero de las Termópilas como ejemplo de los que tienen sus planos sólidamente apoyados, añadiendo que estos necesitan poca gente para su defensa.

Un desfiladero se ocupa, ya para servirse de él, ya para impedir el paso al enemigo. El objeto con que se ocupa determina la colocacion de las tropas. A ambos casos son aplicables las maniobras que prescribe Lonterel, cuidando siempre de establecer la reserva y la mayor parte de la caballería á la salida de dichos desfiladeros, tanto para impedir que el enemigo la ocupe, como para sostener, en caso necesario, la retirada. La caballería no es arma que pueda obrar en un desfiladero, y seria una imprudencia dejar grandes masas á la entrada, no obstante, que la caballería ligera y los dragones podrán siempre guardar o forzar esta claT. XIII. 36

Es peligroso para la caballería, dice Jacquinot de Presle, empeñarse en un desfiladero cuando hay seguridad de hallar infantería á la salida, pues esta rechazaria á aquella indudablemente con su fuego, y mucho mas hallándose parapetada: por lo tanto, debe la caballería esperar el apoyo de su infanteria que rechace á la enemiga, y entretanto buscar un rodeo para flanquear, rodeando aquel obstáculo.

se de obstáculos al frente de un enemigo | raleza cuando tiene alguna deformidad en las echando pie ȧ tierra. facciones, en la configuracion del cuerpo ó de sus miembros, y tambien cuando se halla privado de las facultades intelectuales que son necesarias en el comercio de la vida y aun indispensables á la generalidad de los hombres. El atractivo de la belleza es tan generalmente sentido que las personas que están privados de él son para los demás un objeto de repulsa. Y cuando decimos belleza, empleamos esta palabra en su acepcion ámplia, y lo mismo en el sentido moral que en el físico; pues si el primer golpe de vista, si la primera impresion es desfavorable á las personas privadas de los dones fisicos de la naturaleza, lograr á veces por medio de las cualidades morales é intelectuales, que se nos borre aquella primera impresion, y aun cautivarnos mucho mas que las personas bellas. Hay mas; la gracia es en algunas ocasiones tan distinta de la belleza, que existen personas á quienes sientan bien algunos defectos, al paso que otras parecen desgraciadas, y lo son, con bellas cualidades. Observando superficialmente las cosas, pudiera creerse que las personas desgraciadas de naturaleza deberian quejarse de la suerte que les ha lanzado á la sociedad para ser un objeto de odio ó desprecio de parte de los demás, y para suftir los inconvenientes de un estado, para llegar al cual, en nada han contribuido; pero las miras de la Providencia son de tal modo grandes é impenetrables, que seria una temeridad querer sondearlas y quejarse de una imperfeccion y de una injusticia

En el segundo caso, esto es, cuando se trate de impedir al enemigo el paso de un desfiladero, las reglas de la defensa se deducen de las del ataque, y por consiguiente, de cuanto arriba dejamos estractado de Lonterel. Asimismo se deducen las medidas que deben tomarse para el paso de un desfiladero en retirada. A medida que las tropas desembocan, deben ir tomando su órden de batalla frente al desfiladero y todas las baterías deben dirigirse hacia la salida, esperando la retaguardia á que el ejército concluya de formarse, y replegándose entonces con rapidez á las alas. El arte de conducir una retirada á través de un desfiladero, dice Lallemand, es difícil, porque la masa de tropas que hace frente se desliace poco a poco, y una columna que vuelve á la espalda se imposibilita para contener los progresos de un enemigo, cuya estension de frente escede á la del coutrario.

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Para tomar á viva fuerza un desfiladero, queda dicho ya, consistiendo lo crítico de la victoria en el paso á la carrera en los momen-por lo comun mas aparentes que reales. Adetos primeros de la vacilacion del enemigo. Todo el arte de esta clase de ataques, consiste, como se ve, en obrar por las alas para ganar los puntos culminantes y rechazar constantemente el grueso de las fuerzas opuestas obligándolas por este medio á pensar en la retirada, muchas veces aun antes de haber sufrido el choque de la columna que las ataca de frente en el desfiladero.

Cuando un cuerpo atraviesa un desfiladero no ocupado por el enemigo, debe siempre enviar tropas esploradoras lijeras que lo reconozcan, se apoderen de los flancos, cortaduras y alturas, y tomar, en fin, las mismas precauciones que en el caso de un ataque á viva fuerza.

Cuanto hemos dicho basta para dar á nuestros lectores una idea clara sobre este punto tan trascendental en el arte de la guerra.

DESGRACIA. Esta palabra lleva envuelta la negacion de la mayor parte de las ventajas espresadas con la palabra gracia, considerada principalmente como sinónima 1." de atractivo, encanto, perfeccion del cuerpo ó del alma: 2. del favor del príncipe, de la córte, de una persona amada ó reverenciada: 3." del don de la fortuna, de la naturaleza ó de Dios, que contribuye á nuestra felicidad ó bienestar. Dicese que un hombre es desgraciado de ó por natu

más, conviene advertir que hay pocas personas completamente desgraciadas por naturaleza, y que aquellas á quienes han sido negadas las perfecciones físicas, han recibido no pocas veces en compensacion perfecciones del alma y cualidades del corazon, que son preferibles, y á la larga acaban por ser preferidas.

En cuanto á la desgracia, considerada como la pérdida del favor y de las gracias del soberano, sus efectos son tanto mas de temer cuanto mayor sea el valor que á estas cosas se dé. Fuera del círculo de la corte su influencia es mucho menos apreciable; mas no en aquel, pues como ha dicho muy bien La Bruyere «el favor coloca alli al hombre por encima de sus iguales, y la desgracia por debajo de ellos.» Otro efecto de la desgracia que puede servir en cierto modo de compensacion al que la sufre, es que estingue los ódios y celos. «Al favorito, dice el moralista que acabamos de citar, no hay mérito alguno ni especie de virtud que no se perdone: seria un héroe impúnemente.. Y luego el mismo autor añade. «Nada está bien en un hombre desgraciado, virtud, mérito, todo se desdeña en él, ó se esplica mal ó se achaca á vicio, aunque tenga un gran corazon, aunque no tema al hierro ni al fuego, será un bocon y se reirán de él.» «Yo me contradigo, es verdad (añade el mismo); pero echad la

una ceguedad fatal para nuestros intereses; nos hace mejores y mas indulgentes para con las faltas de otro, mas sensibles à los males de nuestros semejantes, y por medio del útil cambio que en nosotros produce, nos prepara para sacar mejor provecho de la fortuna. Esto que decimos debe entenderse de la desgracia por punto general, ó considerada como sinónima de accidente fortuito é imprevisto, de infortunio causado por la mano del hombre ó por la suerte, y á que todos igualmente estamos obligados à someternos. A la verdad, no tenemos razon para reclamar el privilegio de una vida exenta de sacudidas y reveses. Cuanto mas nos mezclemos en las cosas de este mundo, mas nos sujetaremos á los caprichos é injusticias de los que le dirigen. Lo que importa, pues, es ponerse uno de acuerdo y arreglado consigo mismo y con su conciencia, que no seamos crueles ni injustos con los demas hombres, y que no nos pongamos en abierta oposicion con las verdades eternas, desconociendo las miras de Dios. «La verdadera miseria (ha dicho Mancroux), es caer en la desgracia del Supremo Hacedor.» Debemos por lo tanto tener preparados, tanto el cuerpo como el alma para las tribulaciones que aquel quiera enviarnos con objeto de probarnos mejor, siguiendo en esto los consejos del ya citado y muy sabio La Bruyere, que con razon ha dicho: «Los hombres no parece que han nacido mas que para el infortunio, el dolor y la pobreza, de las que pocos escapan; y como puede sobrevenirles toda clase de desgracias, deberian estar preparados para cualquiera que les acaeciese.

culpa á los hombres, de quienes yo no hago mas que referir los juicios.» La contradiccion en esto es mas aparente que verdadera, pues bay mas consecuencia y lógica de lo que á primera vista aparece en estos juicios sobre la desgracia. Y en efecto, ella desembaraza á los unos de un rival, de un concurrente afortunado ó temible, al paso que á los ojos de los que podian fundar en su fortuna la esperanza de una proteccion útil, despoja al antiguo favorito, no solamente de todo el mérito que suponian en él, sino tambien del que puede tener, y que en adelante no servirá para otros, puesto que no ha podido servir pora sostenerle á él mismo. Lo que debe admirar mas en este cuadro de las costumbres de la córte y de las tribulaciones del cortesano, es ver á hombres de verdadero mérito venir á disputar en ella con las gentes mas ociosas y menos instruidas una mirada del monarca; es ver, por ejemplo, al gran Racine morirse de pena solo por la aprension de una desgracia á la cual tanto alivio pudo encontrar con el libre ejercicio de su talento. Verdad es que el señor, cuyos favores deseaba, era Luis XIV, y nadie ignora la distancia que separa á los cortesanos de aquel rey de los demás, tanto en Francia como fuera de ella. Empero, pocos hombres de gran ingenio, principalmente escritores, se entiende de los que comprenden todo lo grande de su mision, han tenido parte en semejantes debilidades; y como no se esponen á la desgracia, solo cerca de ellos puede encontrarse contra aquella el consuelo mas verdadero y eficaz. «El amor á las letras, dice Duclor, hace al hombre insensible á la ambicion, consuela en muchas privaciones, y por lo comun impide conocerlas ó sentirlas.» Con tales disposiciones, las personas de talento deben ser mejores que los demás hombres. En la desgracia del superintendente Fouquet, las personas de saber le quedaron valerosamente adictos; habiendo llegado entre otros la Fontaine, Pelisson y Mlle. de Scuderi hasta el estremo de esponerse al re-¿Es ó no conveniente desgranar los racimos rentimiento del rey y aun de sus ministros. >> Pero si los escritores no se esponen á incurrir en la desgracia de la córte, tienen otro amo La comparacion de los principios constitumas déspota y caprichoso tal vez, al que es yentes del escobajo y del vino, darán la solumenester que complazcan, sobre todo si am-cion de este problema. bicionan prontos y favorables resultados para su amor propio ó para su fortuna. Darémosles á ellos tambien el consejo de que no lisonjeen demasiado á ese déspota, de que no le engañen, de que le respeten en sus hábitos de órden, de justicia y de moralidad, y de que hagan respetar en todo tiempo y ocasion su propia dignidad. Si despues de esto viene la desgracia, será sin duda mas ligera y soportable; pues una desgracia no merecida no es propiamente tal.

Por lo demas la desgracia tiene en sí muchas veces algo de bueno; nos libra con frecuencia de un escesivo amor propio, de una desmedida confianza en nuestras fuerzas, y de

DESGRANAR, DESGRANADERA. Por desgranar se entiende la separacion de los granos de las uvas de los pedúnculos que los sostienen, y desgranadera se llama el instrumento con que esta operacion se ejecuta.

CAPITULO I.

de uvas?

SECCION PRIMERA.

Principios del escobajo ó raspa.

El escobajo es una prolongacion del sarmiento, como éste lo es de la cepa ó tronco y el tronco de las raices. La direccion de las fibras leñosas y corticales y la sustancia medular, son las mismas, con la sola diferencia de que el diámetro de los conductos de la savia y de la médula es infinitamente peqneño, angosto, y apartado de la línea recta.

En las provincias meridionales, donde la vegetacion de la vid es muy fuerte, no es raro

:

ver sarmientos de 10 á 12 pies de largo y de mas de una pulgada de diámetro, que dejando el escobajo sin granos en la cepa, luego que dichos sarmientos mudan de color, ó un poco antes, se convierte tambien este escobajo en un verdadero sarmiento, puesto que al año siguiente, si se conserva la parte del que lo sostiene, hecha yemas y en seguida brotes.

Si no estuviésemos bastante convencidos de que el escobajo es una prolongaciou de todas las partes constituyentes del sarmiento, y que solo se diferencia en el diámetro y en la figura espiral de sus canales, el caso referido lo demostraria hasta la evidencia. Ahora bien, si el escobajo es en todo semejante al sarmiento, ¿puede uno ni otro producir espíritu por la fermentacion? Luego veremos el objeto de esta pregunta.

como del vino. El escobajo puesto à fermentar en una parte, y los pedacillos de sarmiento en otra, dieron el mismo producto; y puestos á destilar, tambien aparte, tampoco ofrecieron la menor señal de espirituosidad.

Si no me he engañado en estos esperimentos, está evidentemente demostrado que el escobajo no contiene otros principios del vino mas que el aguá y la sal, principios muy accesorios, á lo menos el primero, y que ni el uno ni el otro son constituyentes del espíritu ardiente.

Examinemos ahora de dónde proviene la acidez y aspereza del escobajo y del sarmiento, una vez demostrado que estas dos partes de la vid se asemejan en tolo.

En tanto que el sarmiento y el escobajo están verdes, el agua de vegetacion es superaesco-bundante y mantiene en disolucion el ácido de tártaro; uno y otro están todavía blandos, poco flexibles, y estallan al menor golpe; las fibras están poco unidas, ó mejor dicho, los intersticios que dejan entre sí no están ocupados por los depósitos térreos, consolidados y reunidos con la ayuda del aire fijo. Cuando ha dejado de llorar la vid, principia á salir el brote, el cual

áspero: las uvas, por último, mudan de color y maduran lo mismo que la madera, y el ácido que entonces se manifiesta es asperísimo y afecta desagradablemente al paladar; siendo

Cuando se mastica el sarmiento ó el bajo, estando aun verdes, esperimenta el paladar una aspereza y una acidez muy fuertes que se disipan, en parte, à medida que van madurando uno y otro, hasta que, por último, si una vez completamente maduros, lo cual se conoce en su color oscuro, se mastican, se les encuentra menos aspereza, muy poca acidez y tal vez un saborcillo azucarado, con especia-es entonces menos ácido que despues; este lidad en las provincias meridionales. Estas brote crece, se forma la uva, el escobajo toma pruebas, dice Rozier, de quien vamos toman- cuerpo, la flor se abre y se aumenta el ácido. do estos datos, repetidas muy a menudo, me El calor del astro del dia llega á ser fuerte, el hicieron discurrir que siendo la parte azucara-sarmiento toma consistencia y el ácido es mas da la única en la naturaleza que, ayudada por la fermentacion, produce lo espirituoso, parte que constituye esencialmente cualquiera vino, si el gusto me deja advertir que en el sarmiento y en el escobajo existe un principio azuca-asi, que cuando los zarcillos ó garañuelos de rado, podré, por medio de la fermentacion, sa- la vid están todavía tiernos, y se comen con car á lo menos un ligero espíritu. Para este gusto por su ácido agradable, muy diferente efecto, quité à una porcion de racimos los gra- del de el sarmiento, que siempre es áspero: tamnos de uva, cortándolos por los pedúnculos bien las hojas nuevas son siempre menos icicon unas tijeras, á fin de que cl jugo no mo- das que los sarmientos y mas que los garañuejase el escobajo. Corté igual cantidad de sar-los. Adviértese, siguiendo los pasos de la namientos en pedazos pequeños y lo eché todo turaleza, que cuando el ácido está sumergido en una vasija, con bastante agua, para que en mucha agua es menos áspero, y que la esquedasen cubiertos, deteniendo en el fondo tipticidad se aumenta á medida que el agua de los escobajos y sarmientos con una tabla car- vegetacion se evapora por la traspiracion: el gada de piedras. Establecióse una fermenta- tártaro, que necesita mucha agua pura para su cion en esta especie de cuba, de la cual se disolucion, se deposita entre las fibras de las desprendió aire atmosférico y aire fijo (gas, plantas, como igualmente las partes térreas, y ácido carbónico): por último, al cabo de ocho el gusto áspero se aumenta à medida que el dias, lo prensé todo y eché el licor en otra todo se va poniendo sólido. Si no sube ya ninvasija casi cerrada, y puesto á destilar seis se-guna ó casi ningun agua de vegetacion al sarmanas despues, ni un átomo siquiera dió de espiritu ardiente.

Machaqué en un mortero igual cantidad de escobajos y sarmientos, y cuando todo estuvo bien deshecho se puso á fermentar, de la manera arriba indicada, y parte de este licor, puesto a evaporar en una cajilla, dejó un resíduo pastoso y salado. Lavado este residuo, filtrada la legía por un papel de estraza, y puesta despues á evaporar lentamente, produjo, por último resultado, una sal, es decir, un verdadero tártaro, sal esencial de la vid

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miento, se disminuye su gusto áspero, porque no tiene bastante agua para hacerse sentir estando ésta demasiado amalgamada con la parte térrea.

Pero si se macera un pedazo de sarmiento muy seco en la cantidad de agua conveniente, será mas perceptible la aspereza. Si se repiten con el escobajo los mismos esperimentos hechos con el sarmiento, los resultados serán tambien con corta diferencia los mismos, y de este modo quedará demostrada su identidad

SECCION IT.

De los principios constituyentes del vino.

cion de aire fijo, que es lo que mantiene unidos los cuerpos.

La esperiencia obliga á concluir de aqui, que los verdaderos principios constitutivos, son: La parte azucarada que crea el espiritu

1.

por la fermentacion.

2. La parte venosa que lo mantiene en disolucion, dejándolo que se reuna, mas ó menos, segun su abundancia.

Todo el mundo conviene en que el escobajo comunica al vino un gusto áspero, y en que, si las uvas se desgranan, sale mejor dicho licor. De esta confesion general resultaria que se debian desgranar las uvas, si no se creye- 3. La parte tartarosa ó ácida que pide una ra que los escobajos nutren al vino y que le gran cantidad de agua para disolverse, y que comunican principios que prolongan su dura-es indisoluble en el espiritu de vino; lo cual se eion, ya por su aspereza, ya por el principio halla probado por la precipitacion del tártaro, ácido que contienen; pero nunca por el espiri á medida que se va formando el espíritu en el tu, que no pueden suministrar, como ya he-tonel: sin embargo, siempre queda una pormos demostrado. cion de esta sal en el vino.

Primer principio. En los años frios y lluviosos, los uvas están verdes y ácidas, aun en las provincias meridionales, y con tanta mas razon en las del Norte.

4. La parte oleosa esencial que determina el aroma.

5. La parte térrea y grosera, que forma las heces.

6." El sabor á la tierra ó al terruño no de

Segundo principio. En los años cálidos y secos, las uvas soù dulces, es decir, que el sa-pende en manera alguna de estos principios bor dulce encubre el ácido contenido en el jugo y en la parenquima, como el azúcar sacado de la cañamiel oculta su sal ácida, de manera que no causa impresion alguna en el paladar, sin embargo, de que este ácido, muy fuerte, no deja de existir, aun en el azúcar mas dulce.

esenciales: es un principio nuevo y tenido en disolucion en el agua de vegetacion y quizá combinado con el aceite esencial del vino, como casi nos atrevemos á asegurar, en virtud á esperimentos hechos con el aguardiente. Despues de finalizado este breve paralelo de los principios del escobajo y del vino, pasemos al fondo de la cuestion.

SECCION III.

Tercer principio. Si en los años cálidos y secos, cuando las uvas están maduras, pero no del todo, y mientras el escobajo está todavía verde, sobreviene una lluvia un tanto fuerte algunos dias despues, se reverdece, y su sal ácida se manifiesta, porque la mantiene en disolucion el agua de vegetacion que sube desde la cepa al racimo. Esta abundancia de agua no permite á la parte azucarada encubrir la parte ácida hasta que el calor y la traзpiracion eva-gunos casos sin inconveniente; estos que su poran el agua superabundante y reunen la parte azucarada.

Cuarto principio. Si en los paises cálidos se deja que se pasen las uvas en la cepa, y no llueve, se ve cristalizarse á menudo en ellas la parte azucarada. El tiempo y la desecacion obran en dichas uvas el mismo efecto que la preparacion para pasarlas.

Los analogistas no estaban aun, hace algunos años, de acuerdo sobre este punto: mas pretenden que en ningun caso se debe quitar el escobajo; otros que puede hacerse en al

cantidad total es dañosa; aquellos, en fin, que no solo es inútil, sino tambien perjudicial á la calidad y cantidad del vino; y tal vez tengan todos razon hasta cierto punto; tratemos de conciliarlos, y al efecto los dividiremos en dos clases: en la primera colocaremos los positivos, esto es, los que aconscjan que los escobajos se conserven, y en la segunda los negatiQuinto principio. Cuanto mas completa-vos, ó sean los que ordenan que los escobajos mente maduras están las uvas, cada una segun su especie, tanto mas espirituosas son y mejor se conservan. Los vinos del Rosellon, por ejemplo, se pueden guardar 30 ó 40 años, como es sabido.

Sesto principio. Tanto mas dura un vino cuantas mas son los partes azucaradas que contiene: y nuestros vinos de España son una prueba de esta verdad.

se quiten.

I. De los positivos. He aqui en sustancia sus aserciones. «Los escobajos no encrudecen siempre los vinos ni siempre los ponen ásperos; y por consiguiente no hay para que desgranar siempre las uvas.

1. «El escobajo no encrudece el vino cuando lo dejan cocer mucho.

2. «Lo hace mucho mas capaz de conservarse, y asi lo creen generalmente todos los cosecheros.

Sétimo principio. Cuanto mas le falla á la uva para estar madura, tanto mas verde y ácido es el vino que se saca de ella, y aun á veces 3. «Si el alumbre retarda la descomposisolo el color tiene de vino. Segun las provin- cion de los vinos, ¿por qué el ácido vegetal y cias y especies de uvas, se conserva este vino, térreo de la madera del escobajo no ha de hacer algunas veces mas que si el fruto hubiese ma-lo mismo? ¿Por qué, mediante su afinidad con durado bastante; pero este fenómeno depende, el agua y su virtud astringente, no se combitanto de la especie de uva, como de la propor- nará con el agua del vino, debilitando su pro

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