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PARTE SEGUNDA.

Principales condiciones de un buen diccionario.

terminada por el objeto del mismo diccionario. Hoy que las ciencias tienen sus diccionarios especiales y todas las industrias sus manuales; no es en el lexicon de la lengua usual donde el sabio ó el artista irá á buscar las soluciones de las dificultades relativas á su profesion. Un lexicon no es una enciclopedia, sino un repertorio donde la lengua debe ser considerada ba

No siendo nuestro ánimo trazar las reglas de la ciencia lexicográfica, nos limitaremos á reasumir aqui lo mas metódicamente posible todo lo mejor que se ha escrito sobre esta ma-jo el mismo punto de vista que la nacion de que teria desde los ensayos de los siglos XVI y XVII hasta las investigaciones de los eruditos del siglo siguiente y de los hábiles filólogos de nuestros dias, porque à falta de buenos diccionarios, no faltan las teorías, lo dificil siempre es la ejecucion.

es el vocabulario. Algunos lexicógrafos de nuestros dias se han dedicado á dar una especie de tabla de todas las palabras sacadas del griego que sirven para la nomenclatura de los métodos cientificos y que en su mayor parte no son otra cosa mas que la redundancia de Los diccionarios son los archivos de las los nombres que ya existian en el lenguaje lenguas donde deben ser recogidas y clasifica-usual. Asi, por ejemplo, si un diccionario indidas todas las palabras de cada una de estas ca, define y caracteriza bien un insecto, el eslenguas para el uso de los pueblos que las ha- carabajo, por ejemplo, ¿qué necesidad hay de blan. Todos tienen dos clases de palabras dis- estampar en su rango alfabético la de platicetintas, las unas primitivas y las otras deriva-ro? ¿No es esto, como ha dicho muy bien mondas, y por consiguiente hay dos maneras de sieur Carlos Nodier, un lujo estéril peor que la colocarlas, una disponiéndolas por raices y indigencia? Lo que importa no omitir en un dicotras colocándolas, cualquiera que sea su na-cionario es el nombre de todos los seres y de turaleza y su origen, por riguroso órden alfa- todos los hechos naturales; es la totalidad de bético. De estos dos métodos el primero es sin las palabras abstractas y colectivas à la vez contradiccion el mas racional, el mas lógico y que fundan la teoría de nuestros diferentes coel mas propio para instruir, porque muestra nocimientos; son los términos técnicos de que inmediatamente y debajo de la palabra primi- se han apoderado el uso y la conversacion; es tiva, todas las que se derivan de ella á imita-la coleccion completa de todas las espresiones cion de esos árboles genealógicos donde se ven que manifiestan las operaciones del entendidebajo de cada gefe de familia, todos los des-miento y los movimientos del corazon; es, en cendientes y todas las ramas que salen de él; | fin, lo que puede enseñar á espresarlo todo, y pero el órden radical, mas adecuado al uso de á espresarse bien sobre todo. Sin embargo, los sabios que no necesitan de diccionario, que debemos confesar que las bases sobre que hoy al del comun de los lectores para quienes se debe descansar un buen diccionario, son muy hacen, ofrece mucha menos facilidad para bus- | ámplias. En efecto, las lenguas como todas las car la palabra que se desea que el órden alfa- creaciones humanas, segun la espresion de Ribético; asi es que esta última forma es la que barol, no permanecen estacionarias; la socieha prevalecido universalmente. Es indudable dad para la cual son formadas, les imprime su que un diccionario no da la ciencia y mucho movilidad perpétua; ellas se calcan sobre las menos el talento, pero debe ser la clave de ella, costumbres, opiniones, usos, conocimientos é porque conduce á la propiedad de las espre-instituciones, y su suerte, como la de los puesiones, ora mostrando las diferentes significa- blos que las hablan, depende mucho de las ciones de las palabras, ora indicando el uso circunstancias que cambian el espiritu de los que se hace y el que se debe hacer de ellas: gobiernos y la faz de los imperios. A cada na la significacion se establece por medio de bue-cion le llega una época privilegiada en que su nas definiciones, y el uso por medio de una lengua parece haber llegado al mas alto grado de buena sintáxis. Y como cada lengua es á la perfeccion; entonces es cuando al parecer devez escrita ó hablada, despues de haber deter-bia ser fijada definitivamente por las obras minado la nomenclatura de las palabras que la componen, conviene indicar la ortografia y la pronunciacion, subordinadas algunas veces una y otra á la etimologia; marcar despues la calificacion de cada una de ellas como parte del discurso; distinguir sus acepciones diversion y la claridad necesaria para hacerla mas sas, observando la filiacion de las ideas, y añadir cuantas noticias y datos sean necesarios para fijar sus verdaderos sentidos, apoyándose en la autoridad de los ejemplos. Tales son, si no nos equivocamos, los puntos principales que hay que considerar para la composicion de un diccionario. Pasemos revista á todos ellos.

maestras que determinan su carácter y su genio. Muchas veces tambien suele suceder que despues de esa época de gloria á que se ha elevado por los arranques de la elocuencia y de la poesía, adquiera la flexibilidad, la preci

adecuada al analisis, à la polémica y á la enseñanza. Esto es lo que ha sucedido à la lengua francesa. Despues del siglo de Racine, de Despreaux, y de Bossuet, sufrió notables cambios, sino por las palabras, á lo menos por las formas y los procedimientos, bajo la pluma de Juan Jacobo Rousseau, de Buffon y de los enNomenclatura de las palabras. Está de-ciclopedistas, á cuya cabeza es preciso colocar

å Voltaire, cuyas obras forman, por decirlo asi, ↑inútil hacer tambien una iunovacion, que ayupor sí solas toda una literatura. La revolucion |daria mucho á los estrangeros y á los nacionales francesa, que lo ha renovado todo, no ha deja-á aprender con mas facilidad la pronunciacion do de ejercer tambien su influencia sobre la de sus reciprocas lenguas, y es la de añadir á lengua; asi se la ha visto recibir igualmente el cada letra del diccionario y aun á ciertas paladoble y contrario sello de la escuela de Goethe bras, la manera con que deberian pronunciary de la de Mr. de Chateaubriand, adoptar des- se segun la ortografía de las demas naciones. pues en la tribuna las formas parlamentarias Etimologias. Si el conocimiento de las de la Gran Bretaña, al mismo tiempo que to- cosas depende en gran parte del conocimiento maba diferentes espresiones de mas de una exacto de las palabras, el arte que enseña á ciencia recientemente descubierta ó regenerada, conocer el sentido primitivo de estas, y por fuente insensible de multitud de términos que consecuencia su sentido propio, pasando de lo han concluido por pasar de los libros á los pe- conocido á lo desconocido, de los compuestos riódicos, y de estos al uso y á la conversacion.al simple, y de los derivados à la radical, es La España tampoco se ha quedado atrás de ciertamente de grau importancia en la compoaquellas dos grandes naciones, con respecto ásicion de un diccionario: tal es el objeto de la la introduccion de voces nuevas en su diccio-etimología, que segun el origen de la palabra, nario, pues à medida que se han ido importan- es la razon de la lengua, como la ortografia es do de ellas los nuevos descubrimientos en las la razon de la escritura. Este arte tiene sus ciencias ó en las artes, ha ido aceptando su tec-preceptos y sus reglas; pero tiene tambien sus uologia, y por lo que hace al lenguaje de la peligros y sus escollos. Todas las ciencias de política, los periódicos dedicados á ella se es-la palabra tocan en la vaguedad, y la de la criben hoy con los mismos términos y frases etimologia con mucha mas frecuencia que cualque los de París y Londres. Podemos, pues, es-quiera otra: querer llevarla demasiado lejos, es tablecer como principio, que la nomenclatura caer en el pedantismo y aun en el ridículo. La de las palabras que deben entrar hoy en la mayor parte de los etimologistas por una preoformacion de un diccionario, asi francés co-cupacion nacida siempre de una larga especiamo español, ha recibido hace medio siglo unalidad de estudios y de un hábito esclusivo de gran estension, si es cierto, como no se puede investigaciones, han sustituido con harta frenegar, que un buen lexicon es un repertorio he-cuencia los sistemas absolutos y falsas hicho á la medida de las ideas, de los conoci-pótesis á las simples nociones que por lo gemientos y de las necesidades usuales de la so-neral hubieran sido suficientes; error feciedad. cundo en etimologias forzadas, como las Ortografia y pronunciacion. Con un buen que se encuentran en esa multitud de esalfabeto, tesoro que á escepcion del sanscrito,critores mas o menos recomendables que muy pocas lenguas han llegado á poseer, el arte han querido sorprender la lengua en su origen de la ortografia, se reduciria á representar los y seguirla en sus derivaciones. Los unos, como sonidos por los signos pintados que le son Budé, Baif, Enrique Estienne, Leon Trippault, propios; pero en el estado actual de nuestra Joaquin Perion, Mouin etc., se han esforzado lingüistica, no se puede razonablemente hacer en remontar todos sus orígenes al latin ó el otra cosa que limitarse á dar á cada palabra griego; otros como Esteban Guichar y Pedro de la que está mas generalmente recibida. Asi el Loyer los han atribuido al hebreo; Court de Geuso, que lloracio llamaba la regla de las len-belin, Le Brigaut, Bacon-Tacon, La Tour d'Auguas, es poco mas o menos hoy como hace dos vergne etc., los hacen descender del céltico, lenmil años, el único legislador de la ortografía. guaje todo de tradicion, y del cual no que la ni En efecto, siendo en cierto modo puramente una sola palabra escrita; otros en fin, puramente convencionales los signos alfabéticos que re-eclécticos, entre los cuales es preciso señalar á presentan la palabra, esta convencion no pue-Gil Menage y Du-Cange, los han buscado en de ser autorizada ni reconocida por el uso, que por otra parte se aleja raras veces del genio de la lengua, por mas que no respete siempre baslante la etimologia.

todas partes donde podian hallarlos, escepto, sin embargo, de donde hubiera sido preciso sacar el mayor número de ellos, es decir, en la lengua romana que indudablemente ocupa En cuanto à la pronunciacion, es necesario el término medio entre los idiomas antiguaindicarla para los estrangeros y aun para los mente propios del pais y las lenguas de invanacionales, cuando la palabra no se pronuncia sion, bajo cuya influencia se alteraron y descomo se escribe, lo que sucede con mucha fre- aparecieron rápidamente. En efecto, en la cuencia en la lengua francesa. Esta indicacion romana es donde debe buscarse la etimología se hace por medio de una ortografia perfecta-de la mayor parte de las palabras de las lenmente conforme á la manera con que debe ser guas del Mediodía de Europa, porque la etimopronunciada la palabra, y no solamente en es-logía mas próxima es siempre la mas segura, te caso, sino siempre que sea necesario, se debe tambien marcar la cantidad prosódica, otra indicacion de la manera larga ó breve con que cada sílaba se pronuncia. Creemos que no seria

y el origen inmediato de las palabras es el que ayuda mejor á su conocimiento. No es la genealogía de las palabras, sino su origen inmediato lo que conviene dar en un diccionario,

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sos sentidos que tienen en cada uno de estos empleos, y por último, debería hacerse distincion entre lo que es verdaderamente un proverbio y lo que no es mas que una locucion adverbial.

y esta inapreciable ventaja reportará induda- | Por lo que hace á las preposiciones deberia blemente la lexicografia en Francia con el esplicarse sus diferentes empleos y los divermagnifico lexicon romano de Mr. Raynonart. Este lexicon marca primeramente la etimología, lo cual verifica descartando de la palabra etimológica las letras que la lengua romana ha rechazado, bien sea de la terminacion, bien del medio de las palabras latinas. Si la palabra romana, lo que es raro, procede directamente del griego, del árabe, del teóstico etc., el autor da á conocer la fuente estrangera; en seguida presenta ejemplos abundantes y escogidos, tanto en el sentido propio como en el figurado, que saca de las poesías de los trovado-admitir el modo descriptivo, y consisten en res ó de otras obras escritas en la misma época; indica escrupulosamente las piezas de donde toma esos ejemplos, y despues de haberlos traducido en francés, establece la comparacion de las palabras correspondientes en las lenguas neo-latinas, francesa, italiana, española y portuguesa. Debajo de la palabra principal que comienza el artículo, agrupa hábilmente todas las palabras que dependen de la primitiva, y entonces para los ejemplos, para su traduccion y sus relaciones con las demas lenguas del Mediodía de Europa, verifica la misma operacion que para la palabra radical. Mr. Pellicier, de cuyo escelente artículo sobre Diccionarios inserto en el de la Conversacion, que hemos refundido y adicionado, tomamos todas estas noticias, dice que no teme asegurar que esta es una de las obras mas importantes que ha producido jamás la ciencia filológica, califi- | cándola de mina no menos fecunda que útil para la inteligencia de los orígenes de las len-á lo menos que sea clara, precisa y lo mas guas neo-latinas y muy principalmente de la francesa.

Definiciones. El arte de definir es el arte de presentar desde luego la idea precisa de que cada palabra es signo representativo, es el primer deber del lexicógrafo y el alma de un diccionario. Las definiciones son esplicativas ó sinonímicas. Las primeras pueden comprender los objetos bajo un aspecto general, distinguiendo lo que tienen de comun de aquello en que difieren, é indicando las relaciones de la palabra definida con el uso y las circuns tancias en que se emplea. Las sinonímicas se limitan á dar una ó muchas palabras que sirven como de traduccion á la definida de que son equivalentes; manera fácil de evitar las dificultades de redaccion, pero que lleva consigo un carácter de generalidad y de estension que puede perjudicar á la claridad y ser causa de errores frecuentes. Observemos por otra parte que las definiciones sinouímicas serán muy limitadas, porque la idea que muchas palabras espresan no tienen en la lengua mas que un solo nombre para designarla. Por lo demás, sea cualquiera el modo que se adopte, el rigor de la interpretacion lexicográfica que pediría el empleo de una definición en lugar de la palabra definida y vice versa, exije

corta posible; que dé el sentido propio de cada palabra, aun cuando ya no se use en esa acepCalificacion de las palabras. Esta parte cion, si bien en este caso deberá hacerse de la composicion de un Diccionario es la mas la observacion oportuna; que indique despues fácil, pues se limita en cierto modo á deter- el sentido figurado y el metafórico, y aun minar la especie de cada palabra como parte añadiremos la animacion ó personificacion, de oracion, recordando cuando es necesario que ocupa el término medio entre la metáfora la ciencia ó el arte á que pertenece; designar y la figura. La brevedad es tanto mas esencial el género de los nombres sustantivos, notando en las definiciones, cuanto que ayuda frecuen si tienen ó no plural, y si son susceptibles de temente à la claridad y la claridad produce llenar las funciones de adjetivos. Con respecto la exactitud. Así, pues, siendo cierto, como á estos, es preciso indicar su terminacion, se ha dicho con razon, que las palabras no marcar los casos en que es una misma para nos sirven solamente para comunicarnos los dos géneros y distinguir los adjetivos nuestras ideas, sino tambien para pensar, el que deben unirse necesariamente á un sustan- dar las definiciones exactas produce dos buetivo de los que se emplean sustantivamente, nos resultados: 1" cegar la fuente de muchos En cuanto a los verbos se indicarán si son errores, y 2.o ahorrar multitud de discusiones activos, neutros, impersonales, recíprocos otc., que las mas de las veces se suscitan solasi pueden ser tomados absolutamente ó si van mente por la mala inteligencia de las palaacompañados del pronombre personal. Se debe bras de que nos servimos. Pero hay palabras tambien designar los principales tiempos de que parecen oponerse á toda especie de defllos verbos, y sobre todo los de los verbos irre- nicion, tales son, por ejemplo, las que desiggulares, y aun para estos convendria hacer de nan la cualidad de las cosas, como el color, cada uno de sus tiempos artículos separados, el sabor, el olor etc., ó las propiedades geque se colocarian en el diccionario en su lugar nerales de los seres, como existencia, pensa alfabético, haciendo simplemente una cita al miento, tiempo, etc., que sus sinónimos, viinfinitivo que forma siempre el artículo princi- da, idea, duracion, no esplican ciertamente, pal: esta doble indicacion ahorraria mucho puesto que ellos mismos no pueden ser defitrabajo para buscar la palabra que se desea.nidos sino con el ausilio de esas palabras pri

indicar en cada palabra todas las acepciones que se ha apropiado pasando de analogía en analogia, y todas las alianzas que ha formado con esas espresiones vivas y pintorescas que animan el lenguaje, fecundizan las ideas, sirven al movimiento de las pasiones, y que creadas por la necesidad, halladas por el talento, y sancionadas despues por el uso, son otros tantos reflejos cuya luz marca los diferentes estilos y distingue las transiciones del sentido propio al figurado.

mitivas que segun la espresion D'Alembert, | ciones obligadas de todo buen diccionario es forman las raices filosóficas de la lengua y sirven para esplicar las demas palabras como las raices gramaticales sirven para su forma cion. Hay tambien términos cuya significacion es tan indecisa que es imposible fijarla con precision, y cuyo empleo es tan vago y tan dudosos sus diferentes sentidos, que es casi imposible circunscribirnos á los límites positivos y seguirlos por entre el laberinto de sus variaciones. Hay igualmente otras palabras que no pueden esplicarse sino por medio de perifrasis, por que las ideas simples no son susceptibles de desarrollo; otras, en fin, tales como las palabras expletivas y ciertas partículas que entran superabundantemente en las maneras de hablar consagradas por el uso, y cuyo sentido no se puede precisar siempre fácilmente. Por lo demas, todos los caminos son buenos para llegar á dar una idea distinta y precisa del objeto que se quiere definir; no bay medio, aun la figura representativa de ese objeto, que no se pueda admitir, ora sea para reemplazar la definicion cuando esta es realmente imposible, ora sea para aclararla en caso de necesidad. Sabido es, en efecto, que existen en la ciencia, y particularmente en las artes, objetos que aunque muy usuales y familiares, no pueden sin embargo ser definidos sino con gran trabajo, y de los cuales daria una idea perfecta su simple representacion. Pero hay ante todas cosas un medio casi infalible de suplir el vacío ó la insuficiencia de las definiciones y aun de añadir algo á las mas completas, y es establecer por medio de ejemplos el sentido y los diferentes empleos de cada palabra, conformándose á la marcha que sus diversas significaciones han seguido y presentando las diferencias intermedias que separan el sentido primitivo de los sentidos distantes ó accidentales. Esto nos conduce à los dos últimos objetos que nos quedan por examinar.

La distincion del sentido propio y figurado de las palabras sirve tambien para esplicar los sinónimos, objeto muy importante en un diccionario. Sin duda, como ha observado juiciosamente D'Alembert, no existen en la lengua francesa, y podríamos añadir que en la de ningun pais del mundo, dos palabras que puedan siempre y en todas ocasiones ser sustituidas una á otra indiferentemente; dos palabras absolutamente sinónimas serian un defecto en una lengua; pero hay circunstancias en que dos palabras pueden ser muy bien empleadas sin elegir una en vez de otra. Lo que constituye dos palabras sinónimas, añade el mismo escritor, es un sentido general comun á estas dos palabras, pero matices delicados y muchas veces insensibles modifican ese sentido primitivo, y he aqui como esas mismas palabras no son siempre sinónimas. Asi, pues, un buen diccionario debe indicar en primer lugar el sentido general que es comun á todas esas palabras; en segundo lugar determinar con precision la idea que cada palabra añade al sentido general, y por último hacerlo todo sensible y palpable por medio de ejemplos. Conviene tambien distinguir en los sinónimos las diferencias que son constantes y fundadas en principios de las que dependen únicamente del uso; asi, por ejemplo, decimos indistintamente lagrimas ó llanto de alegría, y sin embargo, aunque decimos lágrimas de sangre, no podemos decir llanto de sangre.

En cuanto a las diferencias de los estilos, lexicógrafo debe distinguir en las palabras los que se usan en la conversacion y los que pertenecen al discurso escrito, los que admiten igualmente la prosa y la poesía, y los que solamente son peculiares de la una ó de la otra; señalará los galicismos, esos estravios de lenguaje propios de la lengua francesa, y que el uso ha ratificado, aunque se alejan de las reglas generales de la gramática. Sobre este punto seria de desear que ya que se han

Clasificacion de las acepciones. La mayor parte de las palabras se emplean en gran número de acepciones diferentes que importa fi-el jar bien y agrupar con método al rededor de la palabra que es su signo principal; pero tal es á veces la multiplicidad de estas acepciones que casi es imposible coger todos sus sentidos, y aun su confusion es frecuentemente tal, que el ánimo se fatiga y se pierde en buscar una distincion que se escapa, aunque el buen juicio la conciba muchas veces sin poder analizarla. Por otra parte, las diferencias de las significaciones pasan en ciertos casos tan imper-importado en España tantos galicismos, cuyo ceptiblemente de la una á la otra, que á pesar de su diferencia palpable en cada estremo, es sin embargo muy dificil marcar sus puntos de contacto, mientras que por otro lado, ideas de un mismo origen sin ser enteramente semejantes, se diferencian en tan poco, que ninguna palabra podria espresar en que consiste esa diversidad. Y sin embargo, una de las condi

uso nada justifica, siendo como es el idioma de Cervantes el mas rico y abundante de cuantos se hallan en Europa, no hallasen cavida en los diccionarios donde solo deben tenerla los que racionalmente scan admisibles y cuya introduccion pueda disculpar una absoluta necesidad. El lexicógrafo advertirá tambien las palabras que empiezan á caducar y las que

sa, sino tambien publicar todo lo que escribe. De aqui procede esa multitud de escritos, muchos de ellos debidos á plumas inhábiles, y que sin embargo sirven de pasto cotidiano á la lectura de todas las clases de la sociedad; de aqui tambien esa alteracion progresiva de la

comienzan á introducirse, renovará las pala- | cerlo. No solamente, dice un autor francés, bras que indebidamente hayan caido en desu- cree cada uno poder escribir todo lo que pienso y cuya eliminacion es una verdadera pérdida; indicará el lugar de los epitetos, algunos de los cuales pueden preceder ó seguir indistintamente á los nombres sustantivos, al paso que otros son fijos y constantes, y algunos otros, aunque movibles, reciben á veces segun el lugar que ocupan, una acepcion dife-lengua que se inficiona insensiblemente con rente como en buen hombre y hombre de bien, pobre hombre ó un hombre pobre. Las reglas principales que constituyen el uso de las palabras, deben ser esplicadas sucesivamente en un buen diccionario y es menester proscribir rigurosamente la impropiedad de los términos y los malos giros que tienden á corromper la lengua, porque asi como se debe acoger todo lo que la enriquece realmente, debe rechazarEe todo lo que pueda desnaturalizarla ó empobrecerla. Pero en medio de tantas dificultades ¿á qué autoridad se debe recurrir para resolverlas? Hay una á la vez soberana, infalible y universalmente reconocida: la autoridad de los buenos modelos.

los vicios del pensamiento y del estilo, sobre todo desde que la crítica se ejerce muy pocas veces y no en todas ellas con la debida imparcialidad. Agrégnense á estas causas de degradacion y á otras muchas la multiplicidad de traducciones que importan en el lenguaje palabras nuevas, casi siempre inútiles, y que van introduciendo en él una fraseológia que altera esencialmente su fisonomía impregnándola de un colorido estrangero.

Acaso no queda mas que un solo medio de contener la decadencia de la lengua que va aumentando visiblemente de dia en dia; este mcdio es oponer un fuerte dique á ese desbordamiento de neologismos, de espresiones impropias y de locuciones incorrectas, y este dique, que exige un conjunto de materiales escogidos, debia construirlo, por lo que hace à Espa

por lema para espresar el objeto de su institituto: limpia fija y da esplendor; pero ya que esta no lo haga, al gobierno incumbe proteger los esfuerzos individuales, si ve que las personas que se deciden á acometer una empresa de esta magnitud, ofrecen todas las garantias de saber y de inteligencia que para ella se requieren.

Ejemplos y conclusion. Es una verdad incontestable que la autoridad de un diccionario se funda mucho menos en su autor, cualquiera que sea, que en la de los grandes escrito-ña, la ilustrada corporacion que ha adoptado res que en él se citan, y asi debe ser, en efecto, porque ¿dónde se hallarian mejor que en esos reguladores acreditados del lenguaje soluciones para todos los problemas lexicológicos, esclarecimientos para todas las dificultades y ejemplos para todas las esplicaciones? ¿Hay dictámen ú opinion que pueda formar ley como la que emana, por decirlo asi, de un jurado de escritores escogidos? Si es cierto que los diccionarios son archivos, deben contener el tesoro de las decisiones auténticas de los maestros de la lengua, porque solo en las cbras conocidas y aprobadas es de donde el lexicógrafo puede sacar todas sus autoridades. Para ello empezará por formar un cuadro clásico de los autores acreditados del pais, y en seguida sacará de cada uno de ellos las palabras que hubiesen empleado mejor en sus diversas cepciones; pero no le bastará hallar la palabra que debe citar, sino que es necesario que esté combinada de modo que su significacion se halle claramente determinada por el conjunto y continuacion de la frase, trabajo inmenso y complicado que exige una atencion reflexiva, una gran aptitud y el gusto mas esquisito. Por lo demas, nunca ha sido este trabajo mas esencial é indispensable que hoy, porque jamás se ha hecho sentir tan imperiosamente la necesidad de fijar el idioma, á lo menos en lo que sea [osible, como en la época actual, en que los conocimientos literarios se han propagado de tal modo superficialmente, que en lugar de un reducido número, como habia antes, de literatos de profesion que merecian este titulo sin tomarlo, se ve pulular por todas partes un enjambre de escritores que lo toman sin mere

DICIEMBRE. En latin december, formado de decem (diez); nombre del último mes del año, que le fué dado por el órden que ocupaba en el calendario de Rómulo, en donde era el décimo; pero ni el nombre de este mes, ni los de los tres anteriores se hallan en concordancia con el órden actual, desde que Julio César trasladó á primero de enero el principio del año que antes correspondia al mes de marzo. Esta especie de anomalia chocó al emperador Cómodo, quien intentó sustituir sus nombres á la denominacion de los últimos meses del año, como lo habian hecho Julio Cesar y Augusto para los meses de julio y agosto; pero el pueblo no consagra mas que los nombres gloriosos, y los de un tirano aborrecido fueron desechados despues de su muerte.

El mes de diciembre estaba bajo la proteccion de Vesta, y en él se celebraban muchas fiestas, siendo las principales las dedicadas á Fauno y à Saturno. La primera correspondia al 5 ó á las nonas, y era dia de huelga, espe cialmente en las aldeas:

Quum tibi nona redeunt decembres,
Festus in pratis vacat otioso
Cum bove pagus.

Horacio, Od. lib. III, 18.

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