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VIDA

DE

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DON LEANDRO FERNANDEZ DE MORATIN.

La relacion que precede de la breve vida de DON NICOLAS FERNANDEZ de MORATIN, al paso que nos descubre el bello fondo de un alma singular, nos esplica también hasta cierto punto las miras que se propuso en la educacion de su hijo DON LEANDRO, único que sobrevivió á tres hermanos muertos en la infancia.

Descendiente de una familia noble, no habia conocido mas orgullo que la modesta conciencia de sus propios merecimientos; criado al lado de una reina apartada del bullicio de la corte, aprendió temprano á conocer la vanidad de la humana grandeza y los peligros del trato palaciego; educado para la carrera del foro, halló por esperiencia que para medrar en él era insuficiente el talento, inútiles ciertos estudios, y alguna vez nociva la franqueza, de que no podia desprenderse; halagado por los hombres mas eminentes de su tiempo en saber y en dignidad, prefirió el honor de su íntima confianza á una proteccion aneja á cierta dependencia que le repugnaba: circunstancias to das que debieron influir poderosamente en su ánimo para dar á las inclinaciones de su hijo una direccion mas cierta y menos arriesgada.

Verificabase entonces en las clases elevadas de la sociedad una revolucion lenta, pero constante, y todo tendia á una nivelacion, aunque por caminos enteramente contrarios. Iba desapareciendo aquel aislamiento que cerraba al pueblo la entrada en las altas regiones, salvas las puertas de la lisonja y la servidumbre. Algunos nobles se confundian con las gentes mas despreciables; y entre chisperos, rufianes y mujercillas pasaban aquella vida que tan enérgicamente nos describió poco después Jovellanos en una de sus sátiras. Otros empero, mejor nacidos, abandonándose á la corriente de la época y de las nuevas necesidades, no descendian de su altura, sino que elevaban las demás clases, buscaban en ellas los hombres dignos, los admitian en su familiaridad, fundaban sociedades económicas, se instruian, se comunicaban, fomentaban las artes útiles y ennoblecian el trabajo y el ingenio.

Así es como Moratin el padre, sencillo en sus costumbres, exento de preocupaciones, desengañado de la privanza y nada ambicioso de honores y riquezas, llegó á concebir una idea fija de la doméstica felicidad, y descubriendo su genio poético nuevas bellezas en las humildes manipulaciones que hasta entonces como de servil condicion eran despreciadas, se prendó de la decorosa aplicacion que cundia en los hábitos populares, y por tres veces fué el cantor de ella en presencia del concurso mas escogido que tenia la espléndida corte de Carlos III. Aun después de tantos años trascurridos, en que la sociedad no se ha desviado de aquella corriente, preocupaciones renacientes, aunque débiles y sin fuerza, nos han conducido á consignar aqui estas consideraciones, para que no se crea efecto de rareza de genio ó ciego antojo la carrera que don Nicolas Fernandez de Moratin señaló á su hijo don Leandro, quien al quedar huérfano de padre contaba veinte años y trabajaba de oficial aventajado en una joye

ría, donde ganaba diez y ocho reales diarios. No propondremos por modelo absoluto esta conducta paternal; para esto fuera preciso que Moratin hubiese salido un artista tan eminente como Benvenuto Cellini: no se ha inventado todavía el arte de conocer las predisposiciones del individuo para el ejercicio á que le llaman la gloria y la fortuna; y cuando este arte se invente, tendrá todavía que luchar con el orgullo, la necedad y las preocupaciones. Una observacion haremos, por si puede importar. No es este el único ejemplo que nos presenta la historia de grandes autores dramáticos salidos del taller, desde el batihoja Lope de Rueda hasta uno de los mejores ingenios que en nuestros dias honran el Parnaso nacional.

Probablemente si la literatura hubiese proporcionado recursos productivos para una familia de muy medianas conveniencias, bastante modesta para no ambicionar, y sobrado altiva para pretender, Moratin el hijo hubiera abrazado alguna carrera literaria. Nacido en Madrid el 10 de marzo de 1760 (1), habia mostrado desde luego felicisimas disposiciones. Por su viveza, despejo y amable travesura, y también por la estremada gracia de sus facciones, era el ídolo de su familia, cuando á los cuatro años de su edad fué atacado por unas viruelas malignas que, después de haberle puesto al borde del sepulcro, le dejaron estremadamente desfigurado. El estrago que este azote de la infancia hizo en su fisonomía, dice su biógrafo don Manuel Silvela, no fué menor que el que causó en su indole. En efecto, desde entonces perdió su genio alegre, bullicioso y amable con todos, y volvióse tímido, receloso, taciturno: calidades que, segun veremos, no tuvieron corta influencia en los sucesos del resto de su vida.

Aprendió los primeros rudimentos en la escuela de un tal don Santiago Lopez, que por entonces debió de vivir en la calle de Santa Isabel. Un fragmento de su propia vida, que se halla todavía inédito, contiene curiosos recuerdos sobre aquella época de sensaciones primitivas, cuyo estudio ofrece tanto interés cuando se trata de hombres estraordinarios. « Salí de la escuela, dice él mismo, sin haber adquirido vicio, ni resabio, ni amistad alguna con mis condiscipulos; ni supe jugar al trompo, ni á la rayuela, ni á las aleluyas. Acabadas las horas de estudio, recogia mi cartera, y desde la escuela, de cuya puerta se veia mi casa, me ponia en ella de un salto.

› Alli veia los amigos de mi padre; oia sus conversaciones literarias, y allí adquiri un desmedido amor al estudio. Leia á Don Quijote, el Lazarillo, las Guerras de Granada, libro deliciosísimo para mí; la historia de Mariana, y todos los poetas españoles, de los cuales habia en la librería de mi padre escogida abundancia. Esta ocupacion y la de ir á ver á mi pobre abuelo, á quien ya reducian los achaques y los largos años á salir muy poco de su casa, me entretenian el tiempo; y así pasé los nueve primeros años de mi vida, sin acordarme de que era un muchacho. »

Entonces empezó á ensayar su musa en composiciones anacreónticas llenas de infantil ternura, que dedicaba á una niña de su misma edad, hija de don Ignacio Bernascone, intimo amigo de su padre y vecino de la casa á que este trasladó su domicilio, que era la del número 30 de la calle de la Puebla, hoy del Fomento. Estos fueron sus primeros é inocentes amores, y el origen de sus inspiraciones.

Descubria al mismo tiempo felicisimas disposiciones para las artes de imitacion : aprendió el dibujo con rápido aprovechamiento; inventaba con facilidad, diseñaba con correccion y delicadeza; y el gusto esquisito que reinaba en todas sus obras anunciaba un perfecto adornista. Hubo en la familia un proyecto de enviarle á Roma al lado del famoso Mengs, llamado el Pintor filósofo, que probablemente hubiera tenido un discipulo muy aventajado; pero la oposicion de su madre, que no podia soportar la idea de una separacion, las dificultades de un estudio largo, costoso y de lejanos productos, y el presentimiento que tenia su padre de

(1) Nacio en la calle de Santa Maria, cuarto principal de la casa que forma esquina con la de San Juan, frente a la fuente del mismo nombre.

la prematura muerte que iba a arrebatarle, frustraron esta combinacion, é inclinaron la preferencia de todos acia otro arte análogo al gusto que habia manifestado, capaz de proporcionarle desde luego alguna lijera retribucion, y ejercido además por personas muy allegadas, como eran don Victor Galeoti, casado con una tia suya, y su tio don Miguel de Moratin, quien se lo llevó á su taller de joyería, y emprendió su enseñanza con particular empeño de sacarle un distinguido artífice.

Eralo en efecto el mismo don Miguel, y además hombre adornado de escelentes prendas, de buenos conocimientos literarios y mas que mediano poeta (2). Como tal fomentaba esta aficion en su sobrino, á quien profesaba un cariño casi paternal; y á su ejemplo y escitaciones se debe tal vez que este no abandonase tan dulces entretenimientos, que fueron los primeros destellos de su gloria. Acogido á tan benévola proteccion, componia á hurtadillas de su padre, cuya severa censura temia, y mas si hubiese llegado á creer que estos inocentes ejercicios podian distraerle de su principal ocupacion.

En el año de 1779 la Academia española abrió un concurso de poesía proponiendo por asunto un canto épico sobre la Toma de Granada por los Reyes Católicos. Llevó el premio don José María Vaca de Guzmán, poeta favorito de aquel cuerpo, que dos años antes habia obtenido otro por las Naves de Cortes destruidas, en competencia con Moratin el padre. Se concedió el accessit á un don Efrén de Lardnaz y Morante, que presentó un romance endecasílabo (3). Bajo este pseudónimo se ocultó su verdadero autor, el mozo don Leandro, que lleno de sobresalto tuvo que confesar á su padre su feliz atrevimiento. La escena que pasó entre los dos en esta revelacion no puede describirse. Quien no sea padre, dice con razon el citado señor Silvela, renuncie á sentir las delicias de una sorpresa semejante.

Breve tiempo duró á don Nicolas esta paternal satisfaccion que le llenaba de orgullo y esperanzas; pocos meses después tuvo que acompañarle su hijo á la última morada, quedando atenido al corto salario que ganaba, único recurso para su afligida madre, que sobrevivió pocos años á tanto dolor.

No pasaron otros tres años sin que sus solitarias tareas consiguiesen un segundo triunfo, probablemente no esperado. La Academia española, en el concurso de 1782, distinguió con el accessit la sátira contra los vicios introducidos en la lengua castellana, que con el título de Leccion poética presentó Moratin bajo el nombre de don Meliton Fernandez (4) : con esta composicion, mas análoga que la anterior al tono de su musa, confirmó su buena reputacion entre los ingenios de la época; al paso que la niemoria de su padre aumentaba el interés de los hombres de gusto en favor del modesto oficial de joyería. El, sin embargo, seguia enteramente retraido de todo trato literario, y hubiera continuado en su oscuridad, si la suerte no le hubiese deparado algunos amigos que por la corta diferencia de sus edades lograron inspirarle confianza, pudiendo convencerle de lo mucho que valia y de lo mas que de su buena disposicion debia esperarse.

Bajó una tarde al Prado en compañía de los padres Estala y Navarrete, de la Escuela pía, ambos jóvenes y ya grandes humanistas: allí se juntaron con el poeta don Leon de Arroyal, que por aquellos dias acababa de publicar sin nombre de autor su fábula del Asno erudito, y con don Juan Antonio Melon, que se distinguió después honrosamente en la república literaria. Prendóse este último de Moratin hasta el punto de contraer una amistad que duró sin interrupcion toda la vida, y adquirió sobre él la mas poderosa influencia, que tuvo no poca parte en importantes ocasiones para vencer su habitual timidez é irresolucion.

(2) Hemos tenido á la vista una voluminosa coleccion manuscrita de sus composiciones poéticas, en que manifiesta grande afluencia y facilidad, especialmente en el género erótico.

(3) Es el de la página 573 de este tomo.

(4) Esta composicion, corregida después y reducida á doscientos tres tercetos de doscientos ochenta y cinco que antes tenia, es la inserta en la página 576 de este mismo tomo.

Reuníanse estos amigos en la celda del padre Pedro Estala desde el anochecer hasta la hora de cerrar el convento, y en los dias festivos á todas horas. Alli leia aquel aplicado religioso sus traducciones de varias rapsodias de Homero, y cada uno de los concurrentes llevaba sus borradores, que se examinaban con severa crítica: se disputaba en grande sobre puntos literarios, se hincaba el diente sobre los escritos que salian á luz y sobre sus autores, se improvisaban églogas y coloquios dramáticos sobre asuntos serios y burlescos, y se formaban mil proyectos de publicaciones interesantes, de los cuales ninguno llegó á sazon. Propúsose entre otros el plan de un diccionario de hombres ilustres, espurgando las colecciones francesas, y aprovechando con preferencia las noticias recogidas por don Nicolas Antonio y otros biógrafos españoles: comenzóse la obra; pero don Juan Pablo Forner, que se habia recientemente agregado á la tertulia, se empeñó en que antes convenia publicar las disertaciones bíblicas del padre Calmet, empresa sobre cuyo buen éxito fundaban las mas lisonjeras esperanzas, con el fin de emplear su producto en otras ediciones que, aunque menos seguras, se conformaban mas con los estudios comunes y con la índole de sus respectivos ingenios. También se empezó este trabajo; pero tropezaron al momento con tantas dificultades, y hallaron tal discordancia entre su parecer y las interpretaciones del autor, que a pesar de la insistencia de Forner, quedó este proyecto abandonado. Pensóse también en dar á luz, en tomitos pequeños, una enciclopedia de damas, en la cual Moratin debia encargarse de la parte relativa á la historia, teatro y novelas; pero una alta señora se opuso, por mas que Melon con mucha gracia, y no sin ingenio y algun fondo de razon, quiso probar que el mejor modo de hacer aplicados á los jóvenes era procurar que las mujeres comenzasen á pedantear sobre toda clase de conocimientos.

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La memoria de Moratin el padre quedaba entre tanto desairada por el poco aprecio que habia hecho la Academia de su canto épico de Las Naves de Cortés, que ni le mereció siquiera los honores de la impresion. Don Leandro consideró como un deber filial sacar de la oscuridad esta escelente produccion, apelando al voto público, que no ha confirmado la sentencia de aquel cuerpo esclarecido. Con este objeto, á espensas de su tio don Miguel, publicó en 1785 en la imprenta real dicho poema, con unas reflexiones (5), las cuales deben considerarse como su primer ensayo de crítica literaria, y el símbolo de su fe en materias de gusto con arreglo á los preceptos del mas puro clasicismo, que era entonces el tema de la escuela reformadora contra los abusos del ingenio.

Desde sus primeros años habia sido muy aficionado al teatro, reducido entonces al estado lastimoso que él mismo describió después en el discurso preliminar á sus comedias. Se ha visto ya cuánto se afanó su padre para introducir en el arte dramático las formas antiguas adoptadas por los franceses. El escaso resultado de sus conatos no arredró á Moratin, quien probando sus fuerzas iba conociendo que se hallaba destinado á dar cima a tamaña empresa, que como por herencia le pertenecia. Ya por aquel tiempo habia concebido el plan de El Viejo y la niña, y escrito algunas escenas que leyó en el pequeño círculo de sus amigos, los cuales con el mayor entusiasmo le animaron á seguir su buen propósito.

Este repetido estímulo, de cuya sinceridad no podia dudar, la continuacion de unos ejercicios tan seductores para quien sentia ya en su alma la fuerza de la vocacion, y las muestras de aprecio que recibia, así del público como de los inteligentes, debieron inspirarle cierta indiferencia y desvio con respecto á su ocupacion ordinaria, no tan mecánica que dejase de absorberle, á mas del tiempo, una parte de sus facultades, ni tan lucida que pudiese satisfacer el natural deseo de alguna gloria. Con la muerte de su madre habia cesado la obligacion que le encadenaba al taller; y podia ya entregarse con mas libertad á la incertidumbre de la suerte. El

(5) Así el canto como las reflexiones que le acompañan se hallan en la página 59 y siguientes de este tomo: una nota esplica la razon que hemos tenido para atenernos á la edicion de 1785, con preferencia al testo de las obras póstumas de don Nicolas, dadas á luz muchos años después.

ilustre Jovellanos, honra de nuestra nacion, que ya le conocia personalmente, le llamó un dia para proponerle pasar á Paris en calidad de secretario de su amigo el conde de Cabarrús, que encargado por el gobierno de una mision importante, se hallaba próximo á trasladarse á aquella capital. Al principio opuso el tímido jóven mil dificultades: su tio don Miguel se resistió hasta el último estremo; pero su amigo Melon, hombre persuasivo y eficaz, lo allanó todo á gusto de cuantos se interesaban en sus adelantamientos de saber y de fortuna.

Pronto conoció Cabarrús todo el precio de esta adquisicion, y mas que como subalterno trató á Moratin como amigo, haciéndole partícipe y depositario de sus elevadas miras. En enero de 1787 emprendieron su viaje por Aragon y Cataluña, con bastante espacio para poder hacer sobre los países que recorrian las observaciones que à un genio despejado é indagador sugieren siempre los objetos nuevos en la edad de sensaciones mas vivas y profundas. Vió por primera vez el mar en Barcelona, donde se detuvo ocho dias; visitó las ciudades de Monpeller y Marsella, donde se hallaba á fines de marzo, en Aviñon en 13 de abril, y habia llegado á su destino el 29 del propio mes. El viaje fué aprovechado, y en todo él no cesó de escribir á las personas que en Madrid le habian escitado simpatías ó prodigado obsequios. La mayor parte de esta correspondencia versaba sobre puntos de literatura y bellas artes, y demuestra lo mucho que estimaban su trato los hombres de mas valer de la nacion, como eran Cean-Bermudez, Forner, Jovellanos, Conti, don Eugenio Llaguno y otros. De esta manera esploraba el voto de los jueces competentes, antes de presentarse al público, cuyo fallo temia tanto mas cuanto menos rápida y eficaz era la accion de las ideas juiciosas contra los resabios del gusto estragado y los destemplados antojos de la muchedumbre.

Llevó à Paris el vivisimo deseo de conocer al célebre Goldoni, príncipe de la comedia italiana, que desterrado de su patria, Venecia, por motivos que no deshonran, vivia allí de una módica pension, con el titulo de lector de la reina Maria-Antonieta. Buscó á un amigo que le presentase á este anciano, y fué recibido con la amable cordialidad propia del ingenio en su decadencia, cuando se encuentra con la lozana juventud destinada á continuar la grande obra en beneficio de la ilustracion del género humano. Se habló por supuesto de teatro, se recitaron algunos pasajes de comedias, de que su propio autor habia perdido la memoria, y al llegar al punto de la conducta de los gobiernos con respecto á los ciudadanos que mas honran á su patria, no pudo Goldoni contener algunas lágrimas, que Moratin recordaria después muchas veces, cuando tuvo que verterlas por semejantes ingratitudes.

En aquella sazon tuvo Moratin el consuelo de abrazar á su amigo Melon, que se detuvo algunos dias en Paris antes de proseguir su viaje por Inglaterra y Holanda. Vivian juntos (6), y sin las sujeciones y miramientos que debian guardar en Madrid, pasaron los dias mas regocijados de su vida charlando hasta deshora de la noche, y contrahaciendo los gestos y muletillas de algunos palaciegos ridículos de la corte de Carlos III; en cuyos remedos, cuando se hallaba á puerta cerrada, solia Moratin soltar sin dique el torrente inagotable de sus gracias.

De acuerdo con el gobierno español dió Cabarrús al francés algunas ideas y planes para esquivar la revolucion que ya próximamente amenazaba; pero no fué escuchado, y dando por I concluida su mision dispuso su regreso á España. Hallábase ya en Tolosa, cuando recibió una invitacion del gobierno francés, que le obligó á retroceder á Paris, dejando á su secretario, hasta que volviendo á reunirse con él continuaron su camino por Vitoria; pero en Pancorvo recibieron contraórden, entraron de nuevo en Francia, y por último á fines del año se restituyeron a la patria, hallándose ya en Madrid el 8 de enero de 1788.

Conservó el conde todavía por algun tiempo su valimiento en la corte; pero á poco suscitóse contra él tan deshecha tempestad, que alcanzó desagradablemente á su persona y á la de

(6) Ocuparon dos cuartos contiguos en la Rue Vivienne, hotel de la Cour de France, después hótel des Etrangers.

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