Llega, humillate á sus plantas, Bésale la mano. Cuántas desdichas arrastra DOÑA INES. Ver sin que me llegue al alma Remordimientos crueles Sobre el tesoro que guarda! DON LUIS. ¡Cómo te arrebata El furor!... Pero conviene Ceder á las circunstancias. Hágase lo que propone Inés; con ella reparta Sus bienes, yo lo consiento; Pero ha de ser sin que haya Ni firmas, ni obligacion... Se lo ha prometido, y basta. Así podrá contenerlos De esta manera, ¡ qué a 'rentas, Su afrenta su muerte causa. De proponer debe hacerse; Haz lo que quieras, que yo DON LUIS. Tales son los juicios De los hombres: se disfrazan Los vicios con apariencias Engañosas, se levantan Hasta el cielo, los adoran, Y la virtud siente y calia. DON CLAUDIO. Doña Inés, yo de contento No acierto à decir palabra. DON MARTIN. Picaron, mira... DON LUIS. No turbes Con reprensiones amargas Que hoy mismo sin detencion, De un precipicio. ¡Ah!; conoces Siempre amigas, siempre hermanas. |(Doña Inés y doña Clara se abrazan.) DON LUIS. Lo espero así... (Asiendo de las manos á doña Inés, con No sabes cómo se halla EL SI DE LAS NIÑAS, COMEDIA EN TRES ACTOS, EN PROSA, REPRESENTADA EN EL TEATRO DE LA CRUZ, AÑO DE 1806. ADVERTENCIA. El Si de las Niñas se representó en el teatro de la Cruz el dia 24 de enero de 1806, y si puede dudarse cuál sea entre las comedias del autor la mas estimable, no cabe duda en que esta ha sido la que el público español recibió con mayores aplausos. Duraron sus primeras representaciones veinte y seis dias consecutivos, hasta que llegada la cuaresma se cerraron los teatros, como era costumbre. Mientras el público de Madrid acudia á verla, ya se representaba por los cómicos de las provincias, y una culta reunion de personas ilustres é inteligentes se anticipaba en Zaragoza á ejecutarla en un teatro particular, mereciendo por el acierto de su desempeño la aprobacion de cuantos fueron admitidos á oirla. Entre tanto se repetian las ediciones de esta obra: cuatro se hicieron en Madrid durante el año de 1806, y todas fueron necesarias para satisfacer la comun curiosidad de leerla, escitada por las representaciones del teatro. ¡Cuánta debió ser entonces la indignacion de los que no gustan de la ajena celebridad, de los que ganan la vida buscando defectos en todo lo que otros hacen, de los que escriben comedias sin conocer el arte de escribirlas, y de los que no quieren ver descubiertos en la esce na vicios y errores, tan funestos á la sociedad como favorables á sus privados intereses! La aprobación pública reprimió los ímpetus de los criticos folicularios: nada imprimieron contra esta comedia, y la multitud de exámenes, notas, advertencias y observaciones á que dio ocasion, igualmente que las contestaciones y defensas que se hicieron de ella, todo qued manuscrito. Por consiguiente no podian bastar estos imperfectos desahogos a satisfacer la animosidad de los émulos del autor, ni el encono de los que resisten á toda ilustracion, y se obstinan en perpetuar las tinieblas de la ignorancia. Estos acudieron al medio mas cómodo, mas pronto y mas eficaz, y si no lograron el resultado que esperaban, no hay que atribuirlo a su poca diligencia. Fueron muchas las delaciones que se hicieron de esta comedia al tribunal de la inquisicion. Los calificadores tuvieron no poco que hacer en examinarlas, y fijar su opinion acerca de los pasajes citados como reprensibles, y en efecto, no era pequeña dificultad hallarlos tales, en una obra en que no existe ni una sola proposicion opuesta al dogma ni a la moral cristiana. Un ministro, cuya principal obligacion era la de favorecer los buenos estudios, hablaba el lenguaje de los fanáticos mas feroces, y anunciaba la ruina del autor de el Sí de las Niñes como la de un delincuente, merecedor de grave castigo. Tales son los obstáculos que han impedido frecuentemente en España el progreso rápido de las luces, y esta oposicion poderosa han debido temer los que han dedicado en ella su aplicacion y su talento á la indagacion de verdades útiles, y al fomento y esplendor de la literatura y de las artes. Sin embargo, la tempestad que amenazaba se disipó a la presencia del príncipe de la Paz: su respeto contuvo el furor de los ignorantes y malvados hipócritas, que no atreviéndose por entonces a moverse, remitieron su venganza para ocasion mas favorable. En cuanto a la ejecucion de esta pieza, basta decir que los actores se esmeraron á porfia en acreditarla, y que solo escedieron al merito de los demás los papeles de doña Irene, dona Francisca y don Diego. En el primero se distinguió Maria Ribera por la inimitable naturalidad y gracia cómica con que supo hacerle. Josefa Virg rivalizó con ella en el suyo; y Andres Prieto, nuevo entonces en los teatros de Madrid, adquirió el concepto de actor inteligente, que hoy (1) sostiene todavía con general aceptacion. (1) Esto se escribia en 1823 : Andrés Prieto murió unos diez años después. El teatro representa una sala de paso con cuatro puertas de habitaciones para huéspedes, numeradas todas. Una mas grande en el foro, con escalera que conduce al piso bajo de la casa. Ventana de antépecho á un lado. Una mesa en medio, con banco, sillas etc. window wir sill breast high 1 La accion empieza à las siete de la tarde, y acaba á las cinco de la mañana siguiente. ACTO PRIMERO. Sí, señor. SIMON. ESCENA PRIMERA. DON DIEGO, SIMON. tutti Ya lo sé, por eso quiero fiarme de tí. Yo, la verdad, nunca habia visto á la tal doña Paquita; pero mediante la amistad con su madre, he tenido frecuentes noticias de ella; he leido muchas de las cartas que escribia; he visto algunas de su tia la monja, con quien ha vivido en Guadalajara; en suma, he tenido cuantos informes pudiera desear acerca de sus inclinaciones y su conducta. Ya he logrado verla; he procurado observarla en estos pocos dias; y á decir verdad, cuantos elogios hicieron de ella me parecen escasos. Pero si yo no hablo de eso. DON DIEGO. ¿Pues de qué hablas? SIMON. circunstancias... Para ese juzgué que se guardaba la tal niña. ¡Mire usted qué idea! ¡Con el otro la habia de ir á casar!... No, señor, que estudie sus matemáticas. SIMON. Ya las estudia; ó por mejor decir, ya las enseña. DON DIEGO. Que se haga hombre de valor y..... SIMON. ¡Valor! ¿Todavía pide usted mas valor á un oficial que en la última guerra, con muy pocos que se atrevieron a seguirle, tomó dos baterías, clavó los cañones, hizo algunos prisioneros, y volvió al campo lleno de heridas y cubierto de sangre?... Pues bien satisfecho quedó usted entonces del valor de su sobrino; y yo le ví á usted mas de cuatro veces llorar de alegría, cuando el rey le premió con el grado de teniente coronel y una cruz de Alcántara. DON DIEGO. Sí, señor, todo es verdad; pero no viene à cuero. Yo soy el que me caso. It o i who' SIMON. • getting men Si está usted bien seguro de que ella le quiere, si no la asusta la diferencia de la edad, si su eleccion es libre...... DON DIEGO. What by yam ¿Pues no ha de serlo?... ¿Y qué sacarian con engañarme? Ya ves tú la religiosa de Guadalajara si es mujer de juicio; esta de Alcalá, aunque no la conozco, sé que es una señora de escelentes prendas; mira tú si doña Irene querra el bien de su hija; pues todas ellas me han dado cuantas seguridades puedo apetecer... La criada que la ba servido en Madrid, y mas de cuatro años en el convento. se hace lenguas de ella; y sobre todo me ha informado de que jamás observó en esta criatura la mas remota inchnacion á ninguno de los pocos hombres que ha podido ver en aquel encierro. Bordar, coser, leer libros devotos, our misa, y correr por la huerta detrás de las mariposas, } echar agua en los agujeros de las hormigas, estas han sido su ocupacion y sus diversiones... ¿Qué dices? Yo nada, señor. SIMON. DON DIEGO. Y no pienses tú que, á pesar de tantas seguridades, no avn, mas aprovecho las ocasiones que se presentan para ir ganando su amistad y su confianza, y lograr que se esplique coumigo en absoluta libertad... Bien que aun hay tiempo... Solo que aquella doña Irene siempre la interrumpe, tod se lo habla... Y es muy buena buena mujer, buena..... |